Ryan Murphy entrega una de las mejores miniseries del año, con una escalofriante actuación de Evan Peters.
Dahmer llegó a Netflix apenas hace poco más de una semana y ha logrado acomodarse como uno de los mejores estrenos de la plataforma de streaming. Una vez más, Netflix ha apostado al True Crime y al parecer ya descubrió el enorme potencial y audiencia que tiene con este material. En estas historias se debe ser muy cuidadoso, porque pueden llegar a tratar de «humanizar» a esos seres que realmente no parecen tener nada de humanos, y quizá es normal que llegue a causar interés el tratar de entender como una persona aparentemente normal es capaz de realizar tan repulsivas acciones. Jeffrey Dahmer «El Carnicero de Milwauke» fue uno de los peores asesinos seriales que conmocionó a la sociedad estadounidense en la década de los 90 cuando se le atrapó; llevaba más de 15 años de atroces asesinatos, 17 para ser exactos, donde no solo le bastaba con matar, sino que realizaba actos de necrofilia, guardaba restos de sus víctimas y comía parte de ellos, intentó hacerlos «zombies» inyectando en su cabeza ácidos, experimentando para ver si podía lograr tener «esclavos que nunca lo abandonaran». Se podría seguir con la lista de todo lo que se descubrió que realizaba a los pobres chicos que se cruzaron en su camino y solo conseguiríamos perturbarnos más de lo que ya podemos estar.
Hace unos años, Netflix logró cerrar un contrato con Ryan Murphy, creador de «American Horror Story» para crear contenido exclusivo para ellos. Después de algunos proyectos que no fueron tan sonados, Murphy nos entrega esta miniserie de forma exitosa, formando mancuerna nuevamente con Evan Peters, quien encarna a Jeffrey Dahmer de manera magistral. El actor se luce totalmente y nos entrega un personaje capaz de permanecer con el rostro inexpresivo constantemente durante toda la serie e insensible ante casi cualquier situación. Desde el estudiante aislado que no logra conectar con nadie, hasta ese monstruoso individuo que ya no siente nada, solo el impulso de matar sin una pizca de arrepentimiento. Esto nos ayuda a no generar ninguna clase de empatía hacia el personaje, con quien el mismo Peters pidió a la audiencia no llegar a romantizar. Por otro lado, la actuación de Richard Jenkins no se queda atrás, interpretando al progenitor de Jeffrey, Lionel Dahmer, un padre que intenta ser bueno y estar para su hijo, con los errores que conlleva la paternidad. Sentimos real el sufrimiento que le causa presenciar como su hijo es como es y luchar contra la culpa que esto le genera. Si bien la historia no se centra en mostrarnos el punto de vista del asesino, sino de todo su entorno y recordar a las víctimas, es inevitable que pasen desapercibidos ciertos aspectos de su vida que se nos muestran, como la infancia solitaria, el divorcio de sus padres y su gusto por abrir animales muertos desde muy pequeño, así como su imposibilidad para socializar desde que era solo un niño. Estando conscientes que todo lo que vemos en estas escenas que van entre el pasado y presente no son una justificación a sus actos, él mismo lo dice en algún momento: «siempre supe que estaba mal, ni mis padres, ni la pornografía o el alcohol fueron culpables de esto».
Algo que se ha recalcado mucho sobre esta miniserie es la forma de denuncia al sistema policiaco de esa época en Estados Unidos. Dahmer pudo haber sido descubierto desde el primer asesinato, pero gracias a la incompetencia, homofobia y racismo de la policía, este criminal pasó desapercibido por años. Y es que sabía lo que hacía y donde lo hacía, eligiendo vivir en una zona marginada, sin protección policíaca y con mayoría de habitantes afroamericanos. Uno de los casos que se expone y que más indignación causa es el de Konerak Sinthasomphone, un adolescente de tan solo 14 años hijo de una familia inmigrante de Laos, quien fue víctima de uno de sus «experimentos» cuando le taladró el cráneo para intentar convertirlo en zombie. El chico fue encontrado ensangrentado y desorientado por la vecina de Dahmer, quien llamó a la policía para que hiciera algo, sin embargo él logró convencerlos de que era su pareja, que estaba ebrio y sabiendo que generaba incomodidad al hablar de «cosas homosexuales», este hombre logró que la policía, en aquel tiempo increíblemente homofóbica no quisiera indagar más. Glenda, la vecina de Dahmer (interpretada por Niecy Nash) es otro punto a destacar en la historia, a ella le tocaba oír, oler y con casi total seguridad saber que lo que sucedía en ese apartamento era algo escalofriante. Luchó para que la escucharan sin lograrlo durante todo ese tiempo, y tuvo que vivir con el miedo y la repulsión que le causaba toda la situación.
Sin tratar de glorificar a Dahmer y con episodios emotivos como el sexto titulado «Silenciado», totalmente dedicado a Anthony Hughes, sus sueños y la mala fortuna de convertirse en una víctima más; los diez capítulos logran su objetivo, desde el primer episodio nos adentramos a la perturbadora historia del asesino, no para tratar de entender al monstruo, sino ver parte del impacto escalofriante que causó en la sociedad y familiares de las víctimas. En DAHMER – Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer encontramos una obra de gran calidad que va más allá de las típicas series gracias a su gran guion y buen ritmo narrativo, sin contar que tiene una excelente banda sonora con música original de Nick Cave y Warren Ellis, así como un soundtrack con piezas de KC and the Sunshine Band, Suzi Quatro y Crystal Waters por mencionar algunos. Imperdible para los que disfrutamos de series y películas del género.
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