Hoy, 20 de julio del 2019, se cumplen 50 años desde que el hombre llegó a la Luna en 1969. No fue un viaje sin sacrificio, dedicación y cierto toque de miedo -salir al vacío, pocas cosas más atemorizantes-, pero fue uno que sucedió y que cambió al mundo y más allá para siempre. Quienes lo vivieron lo recuerdan como un impactante cruce entre la realidad y la fantasía, un evento que lucía salido del séptimo arte. Por eso, y para celebrar las cinco décadas de uno de los acontecimientos más inspiradores para la humanidad, hemos reunido un quinteto de películas que son imprescindibles de ver en un día como este. El evento es uno que se ha tocado un sinnúmero de veces en el cine y, aunque valdría la pena recordar todas y cada una de ellas, son las siguientes las cuales se atesoran con incontenible cariño.
Le Voyage dans la Lune (1902)
Mucho antes de que fuese una realidad -86 años, ¿pueden creerlo? -, el visionario mago del cine, Georges Méliès, aterrizó en la Luna con su desopilante visión del séptimo arte: directamente en su ojo, y convirtió al astro opaco en la morada de las aventuras más inventivas. Inspirado fuertemente en la también inmortal obra de Julio Verne, «De la Tierra a la Luna», la película veía a un grupo de astronautas franceses viajar al satélite en búsqueda del conocimiento, pero al llegar son capturados por los hostiles selenitas, quienes los llevan ante su rey. Al final, logran escapar gracias a la utilización de un paraguas -un objeto imprescindible en cualquier viaje, aparentemente- y son recibidos en su ciudad como auténticos héroes.
Considerada por muchos como la primera obra de ciencia ficción, Le Voyage dans la Lune (Viaje a la Luna) es un pequeño paso en el fundacional trabajo del francés, y un enorme salto para la cinematografía. Y es que no únicamente es pionera en técnicas que prevalecen en grandes, medianas y pequeñas obras que se estrenan con el paso del tiempo -o, más apropiado, el girar de la Tierra-, sino que la loable intención por entretener y maravillar con una irrepicable candidez es, aún hoy en día, una misión a la que cualquier creativo debe voltear a ver y, como hizo Méliès, expresar con amor a sus pasiones.
2001: A Space Odyssey (1968)
Sin ese fascinante monolito espacial que es la séptima película de Stanley Kubrick, probablemente el cine de ciencia ficción contemporáneo obedecería a arquetipos mucho menos perfeccionistas. Está claro que el destino del film es uno mucho más grandilocuente que la misma Luna y que, viéndolo fríamente, las escenas en la misma componen solo una pequeña parte del metraje; pero es innegable la magia y precisión que demostró un año antes del verdadero alunizaje. Ya sea ese viaje en el espacio que el cineasta convierte en un fastuoso ballet sideral -escena que inspiró directamente a otra de este mismo listado-, o la opresiva secuencia que hacía a la especie humana descubrir -no sin antes ensordecer al espectador-, una vez más, el siguiente gran salto en su desarrollo, es la aún vigente prueba de que el británico era un genio en la musicalización, escritura y realización en cualquier género al que se aventuraba; desde dramas maritales hasta el insano género bélico.
Y aún así, con tal desbordante imaginación que demuestra, se trata de una de las películas más respetuosas con las leyes de la física, pues Kubrick pasó la mayor parte del desarrollo enfocado en los efectos visuales de su obra maestra. Es tal atemporalidad la que hace de 2001: A Space Odyssey una inteligente y versátil obra que continúa vigente ahora mismo y para siempre.
Apollo 13 (1995)
Ron Howard es el director favorito de nadie, pero sí es uno de los pocos que ha hecho lucir a la ingeniería espacial como lo más genial del mundo; ese dramático zoom al rostro de Tom Hanks diciendo el famoso «Houston, tenemos un problema» no me dejará mentir. Sin embargo, a diferencia de las arriba mencionadas, esta adapta un hecho real acontecido de 1970 donde, contra todo pronóstico, la nueva llegada a la Luna fue interrumpida por la explosión de un tanque de oxígeno; pero lo que parecía como una tragedia anunciada terminó como un logro incuestionable para los involucrados y, al igual, quedó como una apasionante historia de supervivencia. Calificado como «el fracaso más exitoso» por el director de vuelo Gene Kranz -también responsable del Programa Gemini-, fue la artillería de Hollywood la que logró hacer del film uno más que agradable.
Después de todo, la misión Apolo 13 nos hace revaluar la grandeza del alunizaje original y las crueles probabilidades a las que Neil Armstrong y su dedicado equipo enfrentaron. Pero, como la solemne banda sonora de James Howard indica, se trata de una inspiradora historia que también es uno de los mejores trabajos del estadounidense. Y claro, es la que por fin mandó a Forrest Gump y al Teniente Dan (Gary Sinise) al espacio.
Moon (2009)
Ser hijo de un artista como lo fue David Bowie debe causar cierta fijación por lo que hay más allá de la realidad inmediata, y es por eso que Duncan Jones eligió la Luna para su intrigante y reflexiva ópera prima. La película sigue a Sam Bell -un inmenso Sam Rockwell, en uno de los papeles de su carrera-, un trabajador encargado de extraer un mineral que provee altas cantidades de energía para la Tierra, pero tras sufrir un accidente, descubre que no está solo sino mucho peor: está atrapado con sí mismo. Es así que levanta una historia que por momentos es trágica y al igual simpática, especialmente por el carisma de su protagonista.
La tremenda banda sonora de Clint Mansell es una que va marcando la rutina y la desolación -un sentimiento recurrente, según el astronauta Buzz Aldrin– y, cuando Bell entra en conflicto con la persona que solía ser hace tres años, se confirma que Moon es una de las mejores piezas de ciencia ficción de 2009, y se habla del mismo año que vio el estreno de las más ambiciosas Avatar y Star Trek. Desafortunadamente, Jones realizó una suerte de secuela espiritual -titulada Mute– que se situaba en el mismo universo pero ahora en la Tierra, dejando un intento de drama cyberpunk con tintes noir que se derrumba a causa de su pobre guion.
First Man (2018)
Nadie mejor que Damien Chazelle y Justin Hurwitz para comandar el viaje más personal y apasionante que se ha hecho a la Luna. El proceso de la misión fue crucial, pero la persona que protagonizó los acontecimientos, Neil Armstrong, tiene su propia historia, y es una que pocas veces será tan cautivadora. Ryan Gosling, quien dos años antes de su estreno paseaba por los bellos puertos de Los Ángeles -también a las órdenes del mencionado-, es quien vuelve a dar vida a un hombre silencioso, reflexivo y sumamente decidido. El inicio de la película, la cual lo ve como un piloto alcanzando la estratosfera, es un arranque cargado de tensión que recuerda la fragilidad del humano, algo que contrasta, al final, con la casi aduladora The Landing, un tema musical que acompaña al célebre alunizaje, al viaje de Neil y la culminación de una tragedia que marcó su vida.
Hay mucho que apreciar en la última película de Chazelle y, aunque sin duda es más discreta que sus trabajos previos -¿cómo no serlo al lado de las inmensas Whiplash y La La Land?-, él le da su propio toque de identidad a una historia ya instalada en el colectivo popular. Pero, como bien comentó el cineasta sobre el acontecimiento en sí: «Creo que todavía estamos procesando el logro en sí. Es lo más reciente que la historia, la realidad, le ha dado al mito. Al cuento de hadas.»
Y ustedes, ¿qué película de viajes a la Luna recuerdan?
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