Un listado por orden alfabético con las 10 películas del 2016, para el amigo Lucas Rodríguez.
El 2016 fue un año particular en lo personal. A mitad de año mi ciclo cinéfilo quedó medio trunco y ya no pude ver todas las películas que veía por semana, ni tampoco ofrecerles las reseñas que me encargaba de redactar, pura opinión subjetiva expuesta a los comentarios de ustedes nuestros lectores. Será motivo de queja siempre que las películas que más pedigree tienen para entrar en un podio se estrenan comercialmente en sus países respectivos en los meses de noviembre y diciembre, momentos en los que la cartelera local queda prácticamente muerta a menos que sea un blockbuster de Disney, Marvel u otro gran estudio. Es por eso que en este humilde repaso anual queda aquello que se rezagó de 2015 a 2016, y por supuesto lo que pudo entrar hasta el mismísimo diciembre de 2016. En el camino habrá ciertas menciones especiales que no pasaron por la cartelera o se estrenaron en otras plataformas (como lo es Netflix). Nótese también que la lista está por orden alfabético, en un conjunto de películas que no será un diez rotundo, pero que me generaron sensaciones únicas al momento de verlas.
– Anomalisa: La película más humana del año, decían cuando se estrenaba el ultimo y hermoso desquicio de Charlie Kaufman. No se equivocaban. Que una película animada retrate emociones humanas mejor que muchas con actores de carne y hueso dice mucho de un film profundo, que hace mella en el alma, y con una Jennifer Jason Leigh asombrosa (una voz nunca transmitió tantos sentimientos juntos).
– Arrival: todavía sigo pensándola. Es una película brutal, de esas que tanto le gusta hacer a Denis Villeneuve, pero sin recurrir a la violencia. Acá vemos la película de ciencia ficción mas sesuda del año, de esas donde los alienígenas no vienen a destruir sino a hacerle entender a la humanidad lo que tanto está faltando en este duro 2016: la comunicación es la clave de todo. Arrival merece ser vista más de una vez para poder apreciar todos los toques sutiles de la maravilla de Villeneuve, y sobre todo darle más dimensión a la sutil interpretación de Amy Adams, que se devora la historia por completo con su comprometida actuación. Arrival es dura y hermosa al mismo tiempo, una película a la cual los años le traerán aparejado un status de culto.
– Deadpool: en un momento donde el género heróico necesitaba un respiro, ahí llega Ryan Reynolds a darle una patada al tablero con su irreverente superhéroe a la fuerza. Bestial, autorreferencial a morir, con una trama contenida pero suficiente para contar su historia, es una comedia restringida que ha resignificado lo que la platea quiere y necesita del género tan agobiado.
– The Hateful Eight: toda película de Quentin Tarantino es un evento y sus ocho odiosos no podían ser menos. Un western hecho a medida, con diálogos desternillantes y momentos inolvidables, una reunión actoral sublime y la resurrección de Jennifer Jason Leigh que le valió una merecida nominación por su forajida Daisy -2015 fue un año excelente para la actriz-, no podía no colarse dentro de lo mejor del año. Tarantino es anarquía pura, y cada película es una fiesta.
– The Nice Guys: si no es LA película del año, pega en el palo. El cine de Shane Black es muy particular, pero el señor sabe hacer una película de acción, sabe hacer una comedia por demás hilarante y sabe como enganchar a la audiencia desde el primer minuto. Pocos cineastas actuales pueden hacer eso y salirse con la suya, y Black es uno de ellos. La dupla Gosling-Crowe implora miles de secuelas, y el público también.
– Rogue One: A Star Wars Story – conociendo el desenlace de los intentos de la Rebelión, personalmente no esperaba mucho de Rogue One. Qué equivocado que estaba. Si bien todo el primer tramo recicla mucho material de toda la saga, cuando el plan maestro se pone en marcha genera una emoción en el pecho y una angustia que, aún sabiendo el resultado final, lo tiene a uno al borde de la butaca. Eso es cine, y Gareth Edwards da cátedra en el maravilloso acto final.
– Room: triste y esperanzadora al mismo tiempo, el tronco emocional de la desvastadoramente hermosa Room son Brie Larson y Jacob Tremblay, ambos con una conexión tan especial como intensa, que a ella le valió un merecidísimo Oscar a Mejor Actriz, y a él la apertura de una -esperemos- brillante carrera.
– The Shallows: no es una excelente película, pero tampoco es mala. Demonios, Jaume Collet-Serra sabe hacer una maldita película de alto presupuesto pero con espíritu clase B. Entiende lo que el público le pide, y el resultado es una pelea a muerte entre la despampanante Blake Lively y un temible tiburón. Ella nunca fue santa de mi devoción, pero su aguerrida Nancy me hizo querer aplaudir más de una vez sus andanzas, y eso en mi libreta personal vale muchísimo. Entretenida y angustiante al mismo tiempo, todo en un escueto envase de 80 minutos.
– Spotlight: la última ganadora del Oscar a Mejor Película tiene méritos más que suficientes para haberse llevado la estatuilla dorada. Nunca una investigación periodística fue tan intensa como enfurecedora, tan atrapante como dolorosa, justa y para nada aleccionadora. Hay películas que no traen nada al ruedo, y películas necesarias. Spotlight es una película necesaria, un documento fehaciente de los horrores de este mundo, la maldad de aquellos intentando ocultar crímenes atroces, y la perseverancia de un grupo de virtuosos actores que le pusieron el cuerpo al corajudo grupo de periodistas que buscaron la verdad hasta la última consecuencia.
– Zootopia: de un tiempo a acá, Disney ha comenzado a alejarse del tono vainilla de sus películas y sus mensajes, y a acercarse más a la realidad que viven los niños de todo el mundo con respecto a enseñanzas de vida. Zootopia, además de ser una excelente comedia de enredos infantil, es un estandarte gigante del poder de los sueños de uno mismo, los anhelos infantiles y el triunfo de las mentes perseverantes, en una sociedad donde el encasillamiento está a la orden del día. El rompimiento de los esquemas de parte de la productora del ratón es uno de los puntos sobresalientes del año.
Menciones especiales:
– Green Room: es la primera película que veo de Jeremy Saulnier, y me impactó completamente por su sencillez, su brutalidad y su manera de atar al espectador a la silla, aferrándolo hasta el último minuto. Soy fanático del horror, y la verdad que no me imaginaba el nivel de violencia presente en el film. Simplemente una de esas experiencias que no se olvidan pronto.
– The Invitation: ¿Vieron esas reuniones incómodas en las que uno se quiere ir pero por respeto se queda? Imagínense esa situación pero triplicada. Así es la última película de Karyn Kusama, un ejercicio prolongado en tensión que cuando no da mas, estalla de una manera algo previsible, pero no le resta peso a una historia con una atmósfera tensa de principio a fin.
– Hush: película a película, Mike Flanagan se va confirmando como una gran voz dentro del horror. En esta ocasión firma proyecto con su esposa, que personifica a una autora sordomuda que se ve acosada en la tranquilidad de su casa por un enmascarado que le hará pasar una noche negra. No más que eso es el planteamiento necesario para un juego del gato y el ratón intenso, sin miramientos, básico y letal.
Por supuesto, han faltado títulos que de seguro entrarán el año que viene, pero este es un pantallazo general de lo que fue el cine en 2016 en mi podio personal. Esperemos que el 2017 venga con más sorpresas bajo el brazo.
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