The Walking Dead s07e01: «The Day Will Come When You Won’t Be»

Rick y su grupo se arrodillan indefensos delante de Negan y los Salvadores. Lo que este haga acechará a los que sobrevivan para siempre.

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De seguro habrá unanimidad si se plantea que el primer episodio de la séptima temporada de The Walking Dead fue uno de los más angustiantes y devastadores que la televisión haya ofrecido en el último tiempo. Después de la polémica decisión que se tomó de mantener en secreto a la víctima de los golpes de Negan, el show de AMC regresó cargado de violencia y con exceso de sadismo, por si quedaban dudas de que la nueva amenaza que enfrentan los protagonistas es una a la que hay que temer y que se debe tomar bien en serio. Y en caso de que aún no se lo hubiera hecho, todo el capítulo se dedica a reforzar este concepto.

Durante los primeros 15 minutos, «The Day Will Come When You Won’t Be» esquiva la incógnita que acechó a los seguidores desde abril: ¿quién es la víctima de Negan? Las apuestas más seguras eran por Glenn y Abraham… ¿Por qué? Un cliffhanger así debía ser acompañado de una respuesta acorde, con la muerte de un personaje central -no iban a ser Rosita o Aaron- que tuviera impacto en el público, aunque se daba por sentado que no serían Rick o el favorito Daryl. Quien recibe los golpes es el pelirrojo interpretado por Michael Cudlitz, quien alcanza a insultar a su victimario antes de que su cerebro se convierta en puré. Los guionistas se guardan un as bajo la manga, dado que después de un golpe que el villano recibe de parte de Daryl, este responde con una serie de batazos a Glenn. Esto es particularmente brutal y gratuito, con el ojo del joven salido a raíz de la violencia del embate. Es una secuencia desgarradora, que debería destruir el espíritu del grupo. Pero hay más…

Si del último episodio había gustado el monólogo de Jeffrey Dean Morgan, habrán celebrado que todo este arranque de temporada es un largo discurso de su parte. Rick le dice que lo va a matar, «no hoy, no mañana», con lo que Negan decide terminar de quebrar su voluntad. Después de explicarle que él, su grupo, sus cosas y todo lo que conoce es de su pertenencia, se lo lleva en la casa rodante hasta un sitio repleto de caminantes. Allí lo obliga a ir a buscar «su hacha», cual si el protagonista fuese un perro que debe ir detrás de un palo. Rodeado de muertos vivos que convenientemente no lo muerden ni lastiman, Rick cumple con el pedido y parece haber entendido. Pero hay más… Después de volver adonde el grupo sigue devastado en un semicírculo con los dos cadáveres destrozados de sus amigos, Negan sigue con su monólogo y le exige al protagonista que le corte el brazo a su hijo, de lo contrario matará a todos. El antiguo sheriff llora, ruega, Carl entiende que no hay otra alternativa y un segundo antes de que la hoja caiga, el carismático antagonista lo detiene. Quería quebrar al líder del otro grupo y lo consiguió. La mirada de Rick lo dice todo, motivo por el cual la cámara muchas veces hace un primer plano sobre ella. Pero hay más… y Negan decide llevarse a Daryl como prisionero de guerra, con la amenaza de que mandará partes de su cuerpo en caso de que el grupo de Alexandria intente vengarse.

En su momento se criticó que parecía que faltaron agallas a la hora de mostrar al que sería la víctima de Negan, a la espera de ver la repercusión en redes sociales para decidir quién debía dejar el programa. En ese sentido, hay que reconocer que los escritores se jugaron con este episodio. No fue uno, sino dos los personajes centrales que murieron en forma brutal. Sin embargo, hay varios puntos a criticar. Esos primeros 15 minutos en los que no se dice quién es el muerto y con un Rick que tiene visiones de todos sus amigos y potenciales caídos, fue más un juego con el espectador que algo necesario en términos argumentales. Eso quitó todo tipo de impacto a la muerte de Abraham, aunque fue una real sorpresa la de Glenn. ¿Hubo exceso de crueldad? Desde luego, sobre todo después de aquella «falsa muerte» que se extendió a lo largo de tres episodios en la temporada anterior. Todo el capítulo se diseñó de forma tal que Rick entienda que las cosas cambiaron y que Negan es un rival como no ha habido. Jeffrey Dean Morgan lo interpreta de forma excelente y el carismático antagonista es una bienvenida adición al programa, más allá de que «The Day Will Come When You Won’t Be» se haya excedido. El objetivo pareció ser arrastrar al público por la miseria, con eso de que no hay mayor peligro que el hombre mismo, algo que se experimenta desde el primer año. No hay mejor ejemplo del juego con la angustia de la audiencia que la innecesaria escena del futuro que no tendremos, con todos los personajes sentados a la mesa y disfrutando de una comida «en familia», con el hijo no nacido de Glenn y con una mirada que este último comparte con Abraham. Una escena totalmente de más, que no cumple el objetivo para el que se la pensó…

No había lugar para las palabras, pero Maggie dice que irá a Hilltop sola -al final Sasha la acompañará- y Rick debe ir a Alexandria a prepararse para la guerra. No parece fácil seguir desde este punto, con lo que habrá que ver qué se resuelve en los siguientes episodios. Se abrió una profunda herida en el grupo y llevará tiempo sanarla. El debut de temporada ya cumplió con su cuota de exceso de violencia y gore, con una hora de angustia diseñada para sufrir. Hay que ver cómo se sigue desde ahí…

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