The Underground Railroad, realismo mágico en tiempo de esclavitud

Tras escapar de una plantación de Georgia, Cora se sube a un tren y emprende un viaje en busca de la libertad mientras es perseguida por un implacable cazador de esclavos.

La historia de la humanidad está llena de momentos violentos, desde las luchas vikingas al norte de Europa, hasta las conquistas romanas; y aunque la violencia no se justifica con nada, digamos que el anhelo territorial marcaba la pauta en aquellos tiempos. Sin embargo, es parte de nuestra historia reciente la violencia gestada por el odio, de seres humanos contra seres humanos, empleando los argumentos más ridículos como el color de piel, la religión o incluso la procedencia. Barry Jenkins (Moonlight) nos trae una historia que duele, difícil de ver, pero tremendamente necesaria y relevante en la actualidad.

The Railroad Underground / El Ferrocarril Subterráneo es una miniserie de 10 episodios, de la plataforma Amazon Prime Video, que vuelve a traernos una verdadera joya, producida, escrita y dirigida por Barry Jenkins, que se basa en la novela homónima ganadora del premio Pulitzer en 2016, escrita por Colson Whitehead. Cabe señalar que el director es responsable de los 10 episodios de la serie, algo que pocas veces se deja ver en una producción televisiva.

También es justo mencionar el hecho histórico que inspira esta historia; y es que el Underground Railroad fue una red clandestina organizada en el siglo XIX en Estados Unidos y Canadá para ayudar a los esclavos afroamericanos a escapar de las plantaciones del sur hacia Estados libres de los EE.UU. o a Canadá; los miembros de esta red utilizaban términos ferroviarios de modo metafórico para referirse a sus actividades, de este modo, “el maquinista” era el encargado de trasladar al esclavo o esclava fugitiva, “las estaciones” eran lugares o casas particulares donde los fugitivos llegaban y podían esconderse, comer, descansar, recibir asistencia médica, y así sucesivamente.

La novela de Whitehead transforma esa metáfora ferrovial en una realidad concreta: un vasto tendido de rieles construido bajo tierra, lejos de la vista de los amos, capataces y cazadores de esclavos, una vía oculta de los ojos opresores, una vía de escape hacia la tan ansiada libertad. De este modo, Jenkins toma esta historia y a este ferrocarril lo convierte en una realidad mágica, haciendo que como audiencia deseemos con todas nuestras fuerzas y de manera retroactiva que este gigante subterráneo, imposible en toda regla, fuera real.

La trama de esta miniserie se desarrolla en aquella época lamentable por la que pasamos como humanidad: la esclavitud, en Estados Unidos de América, años previos a la Guerra de Secesión; y permanentemente nos hará caer en cuenta que, tomado de las páginas de la novela, “Todo esclavo se lo plantea, por la mañana y por la tarde y por la noche; sueña con ello. Cada sueño es un sueño de fuga incluso aunque no lo parezca. Como cuando sueñas con zapatos nuevos”. Los primeros minutos del primer episodio recorren fugazmente fragmentos de personajes y situaciones que iremos viendo en cada capítulo, aún no sabemos lo que nos espera, pero con ese primer vistazo, sabemos que será intenso.

Cora es una joven esclava que tras ser abandonada por su madre, Mabel, en la plantación, guarda por ella un profundo resentimiento. Luego de muchas dudas, Cora acepta la propuesta de fuga de Caesar para huir hacia el norte, en un legendario tren subterráneo, que según se cuenta, recorre gran parte del territorio estadounidense hasta llegar a regiones donde ser una persona negra pueda ser un poco más fácil. Tras de Cora irá un cazador de esclavos, Arnold, alguien que tiene una deuda pendiente, pues Mebel su madre, fugada hace más de una década, jamás fue encontrada y nunca permitiría que ocurriera lo mismo con la hija. Para Arnold, encontrar a Cora será una cuestión de honor, de dignidad y de reivindicación, estos valores lo convierten, literalmente en un “perro de presa”. Por su parte, en cuanto Cora constate que aquel mastodonte subterráneo es real, que el sueño de libertad es posible, y que una nueva vida la espera en cualquier otro lugar, lejos del yugo, el látigo y la opresión; no volverá a mirar atrás. Tomará aquel tren una y otra vez, dejando atrás su pasado, pero cargando sus propios demonios.

¿Cómo pasar por alto que la esclavitud y la segregación racial es un hecho vergonzoso en la historia estadounidense, que hoy más que nunca clama a gritos por su reivindicación? Aunque la esclavitud puede ser cosa del pasado, no se puede olvidar ni negar que, la violencia gestada hacia la comunidad afrodescendiente, aún está presente en tiempos actuales. Y si bien esto ocurre en Estados Unidos, levantar el dedo acusador sería un acto de cinismo, pues en otros lugares de América el racismo se manifiesta hacia las personas indígenas, las comunidades asiáticas, entre otras, parece ser que cualquier pretexto es bueno para odiarnos. El Ferrocarril Subterráneo es una miniserie que merece ser vista con atención, no solo por sus valores técnicos, que son sobresalientes: la música, la fotografía, la ambientación, el diseño de producción, todo encaja perfectamente para la historia que Jenkins nos va a contar; sino también, por su valor histórico. Nos recuerda quienes somos y de qué somos capaces cuando estamos convencido de cualquier idea, por cruel e inhumana que pueda parecer, lo vemos con claridad en el personaje de Arnold. Las personas blancas están convencidas de ser superiores y para afianzarlo, se alejarán de su propia humanidad.

Difícil de ver, sí, pero también es potente, entrañable, hermosa y, aunque no lo parezca, esperanzadora, tal como lo vemos en aquel final redondo. Jenkins dirige con maestría cada episodio, y hace gala de lo que más sabe, esos planos largos, los giros de cámara y esos acercamientos que nos introduce en el alma de cada personaje, casi podemos saber lo que están pensando, incluso lo que están sintiendo. Es perfectamente comprensible por qué el director se interesó y se metió de lleno en este proyecto. Otra cosa que hace muy bien es romper la cuarta pared, y lo hace en diferentes momentos con diferentes fines: para hacernos partícipe de la historia, cómplices de alguna situación o para interpelarnos con cuestionamientos tácitos. Casi siempre después de un hecho terrible perpetrado por algún negrero, las victimas miran directamente a su audiencia, como preguntando ¿ves lo que hicieron? ¿esto sigue pasando en tu tiempo? ¿es acaso posible vivir así? ¿acaso nos merecemos esto? Y mucho más.

Tengo que resaltar las actuaciones de esta serie. Todos están soberbios, pero Thuso Mbedu está increíble porque logra captar perfectamente a esa esclava que una vez que encuentra una pequeña oportunidad de libertad, no la dejará jamás. Transmite cada emoción, cada gesto, cada mirada y como audiencia solo queremos que le vaya bien, no por lástima, sino porque sabemos que ella podrá sobreponerse a todo. No menos increíble está Joel Edgerton como aquel “sabueso” imparable, como audiencia sabemos que no está del lado correcto, podemos llegar a odiarlo, aunque en el fondo solo deseamos desesperadamente que adquiera una pizca de lucidez y demuestre esa humanidad que sí tiene. No cabe dudas de que habrán premios para este cast.

Por ponerle algún pretexto a la serie, puedo decir que algunos episodios se hacen largos y lentos, Jenkins puede llegar a exagerar con sus pausas, pero nada que arruine la experiencia. Y aunque los capítulos del medio se tornan un poco tediosos y agotadores -ya le pasaron demasiadas cosas a Cora- la recta final en sus últimos dos episodios nos mantiene expectantes, pues muchas cosas cobrarán sentido.

Finalmente, solo puedo recomendar esta serie a los corazones valientes, aquellos que no se estrujarán fácilmente, porque a veces ver directamente y sin tapujos de qué fuimos y aún somos capaces los seres humanos, duele profundamente. Pero también se la recomiendo a aquellas personas que disfrutan de lo bueno, que aprecian el arte, que valoran una buena historia; y sobre todo, a aquellas personas dispuestas a leer entre líneas, a ver más allá de lo evidente, a comprender el subtexto. A aquellas personas que son capaces de ver en el horror, también cosas hermosas.

 

 

 

 

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Ivonne Bernales

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