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Steven Spielberg: La suma de todos los miedos

Maxi Curcio nos acerca un nuevo especial dedicado a grandes cineastas, este dedicado al tres veces ganador del Oscar.

Publicado por Maximiliano Curcio el 22 de junio de 2019

Steven Spielberg: La suma de todos los miedos

Su impensado y promisorio debut detrás de cámaras con la frenética Duel (1971) auguraba éxito a un joven Steven Spielberg, cuyas próximas películas lo caracterizarían como un consumado realizador de súper producciones que llevaban a la pantalla grande fantasías populares, explorando los miedos humanos más intrínsecos con notable sapiencia. Igualmente efectivo para audiencias infantiles, juveniles o adultas, la carrera de este prolífico pionero del Séptimo Arte está dotada de un profundo espíritu de perpetua transformación y acompañada de un rotundo éxito comercial.

Steven Spielberg, Jaws

De la misma manera que retrataba una fuga de jóvenes en medio de la carretera en Sugarland Express (1973)- su primer gran éxito popular- nos estremecía con la odisea sufrida por un pueblo amenazado en Jaws (1975) o incursionaba en el mundo de los extraterrestres en Close Encounters of the Third Kind (1977) y E.T. the Extra-Terrestrial (1982). En tan sólo una década de trayectoria, Spielberg se convertía en un cineasta inclasificable y difícil de encasillar.

Podemos considerar a Jaws como el primer gran éxito comercial que conociera. Si bien su carrera como director había comenzado unos años antes y con buen consenso de la crítica, este fue el primer título que acaparó a las audiencias de todo el mundo. Es interesante la manera en que Spielberg explota el miedo a lo desconocido y aumenta la tensión de manera paulatina, recurriendo a un modo absolutamente artesanal mediante un juego de cámaras osado para la época -métodos como el zoom o el fuera de foco-, los cuales implementados con intensidad formaban parte de su bagaje técnico. En esta obra, Spielberg dosifica suspenso, entretenimiento y mensaje social para consumar la suma de todos nuestros miedos.

Steven Spielberg, Close Encounters of the Third Kind

Con Close Encounters of the Third Kind confirma su notable calidad de director, tan sensible y original, mostrada un par de años antes. El autor ratifica su gran capacidad para explorar los rincones de la mente más desconocidos y temidos por el ser humano. Identificándonos con la búsqueda espiritual de su personaje principal, el sello de Spielberg a la hora de la dirección es inconfundible: influenciado por sus recuerdos de infancia repletos de historietas de ciencia ficción y con personajes construidos a su gusto -hechas a imagen y semejanza de sus propios padres-, el director crea una cosmovisión única y mágica.
Este film resulta una esmerada creación de Spielberg, en una indudable intención de unir dos mundos tan ajenos mediante un ejercicio del lenguaje conmovedor. De las inquietudes profundas del artista, surgen pasiones convertidas al celuloide. Con estilo fantástico y a la vez con sustancia dramática, ratifica su don de crear universos plenos de fascinación y encanto.

Steven Spielberg, ET

En The Color Purple (1985), su abordaje vira hacia terrenos dramáticos, aspecto que lo revela como un director hábil y sensible, capaz de amalgamar su narrativa y puesta en escena cinematográfica, más allá de la espectacularidad de los efectos especiales que derrochan sus películas. Spielberg nos habla de los abusos raciales y de la injusticia social como síntoma de una sociedad enferma, en donde la amistad y el amor sincero triunfa por sobre las adversidades, un acercamiento similar al que realizaría una década después en Amistad (1997).

The Color Purple, Steven Spielberg

Steven Spielberg es un cineasta imposible de etiquetar, y así lo atestiguan algunas de sus últimas incursiones en la pantalla grande: desde la exquisita aventura acerca de virtuosos impostores en Catch Me If You Can (2002) a la paranoia vivida por un iraní atrapado en un aeropuerto en la comedia The Terminal (2004). La mixtura ideal de éxito y talento de un creador a la enésima potencia se conjuga en la última versión del clásico War of the Worlds (2005).

Steven Spielberg, Catch Me If You Can

El autor nos entrega una visión cruda y descarnada de la lucha que emprenden humanos y extraterrestres por sobrevivir, en una memorable y fiel adaptación de la clásica novela literaria de H.G. Wells. Visualmente, y en términos de puesta en escena, veremos una cara evolutiva de sus siempre impecables obras de ficción, desde A.I. Artificial Intelligence (2001) a Minority Report (2002). Para Spielberg la imaginación no tiene límites y en dicho terreno se mueve como pez en el agua, conjugando timing, sorpresa, impacto narrativo y audacia visual para -mediante efectos especiales inmejorables- concebir una visión violenta de la pionera obra literaria.

Precisos rubros técnicos se combinan a la perfección para un film donde lo visual se sublima a la estructura narrativa, tan certera en su construcción como psicológicamente perturbadora en sus conclusiones; este equilibrio confirma una vez más la maestría de Spielberg. Un director que sabe asimilar a la perfección el material con el que cuenta para adaptarlo a la pantalla a manera de profundizar en los más intrínsecos y recónditos misterios humanos. El factor miedo que resignifica la obra del cineasta tiñe el relato de lectura social contemporánea: comportamiento, aislamiento, persecución y caos imperante.

Steven Spielberg, Minority Report

El maestro moderno de la sugestión consigue el objetivo una vez poniendo el punto en el lugar indicado: la tragedia del 11/9 de las Torres Gemelas erige a los terroristas musulmanes como la principal amenaza contemporánea. La inseguridad acerca del futuro, la incertidumbre sobre posibles amenazas latentes y el temor por el bienestar de nuestros seres queridos son paralelismos que traza Spielberg como indudable experto en radiografiar aquel peligroso enemigo exterior que se coló en nuestro otrora inexpugnable sistema.

Aquel mismo año, y tres décadas después de su primer gran éxito comercial, Spielberg se plantea un nuevo desafío en su carrera. Lejos de buscar réditos en taquilla o premios alrededor del mundo, esta vez el cineasta nos invita a pensar acerca de la sociedad violenta de nuestros tiempos y sus valores, mientras recrea un hecho de terrorismo verídico y con incidencia en el convulsionado mundo de nuestro día. Adaptado de la novela «Vengeance» y relatando un hecho verídico de terrorismo y contraterrorismo inmerso en medio de los Juegos Olímpicos de 1972, Munich nos impacta de singular forma.

Steven Spielberg, Munich

A estas alturas se aprecia de forma más que reconocible la veta autoral que nos permite identificar su obsesión número uno: la familia como concepto de unión y desunión. A través de la misteriosa naturaleza de Munich, tan intimista y austera, Spielberg nos ratifica una vez más su enorme capacidad para meterse en la cabeza del espectador y tocarnos ese nervio interno que nos despierta, sensibiliza y provoca. Aún en su infrecuencia de transitar la intriga política (al menos cronológicamente, hasta llegar a las más recientes Bridge of Spies y The Post), el cineasta nacido en Cincinnati sabe profundizar con clase y estilo sobre los miedos más temidos y desconocidos.

Sean los extraterrestres, los tiburones, la guerra, los dinosaurios o el terrorismo, el todopoderoso de Hollywood es un especialista en poner el dedo en la llaga.