El film de Brian De Palma, con guión de Oliver Stone y brillante actuación de Al Pacino, volvió a los cines para que todo el mundo tuviera posibilidad de saludar a su pequeño amigo una vez más. Un repaso sobre su relanzamiento y un recuerdo sobre la película original, a ochenta años de su estreno.
Scarface vuelve al cine, no en forma de remake o secuela, sino en formato digital para volver a disfrutarla de la mejor forma posible. De esta manera, el film de Brian de Palma se suma a una larga lista de películas que encontraron un espacio para regresar a la gran pantalla.
Haciendo recuento de cuales han sido los clásicos que pudieron volverse a ver con el precio de una entrada, quizás haya que remitirse a El extraño mundo de Jack. Valiéndose de la tecnología 3D, Disney relanzó este fabuloso ejemplo de la animación para que esté disponible anualmente en cada Halloween. En la Argentina se la pudo revisitar por dos años consecutivos para esa misma época, empezando en el 2008.
Desde ese momento, el otro gran re-estreno que se produjo en nuestro país fue Volver al futuro en el 2011, gracias al esfuerzo de Chandler, con su Cines Argentinos como distribuidora. Su imprevisto éxito de taquilla, que le permitió al Doc Brown y a Marty mantenerse en cartelera por muchas semanas y alrededor del país, abrió las puertas del mercado para otros films de menor alcance, como Paul, y para otros relanzamientos. Entre estos se destacaron los dos últimos, El rey león y Star Wars: Episodio 1, que si bien han tenido resultados dispares, dejan la certeza de que hay público dispuesto a disfrutar de ciertos clásicos otra vez.
Entonces, ¿dónde entra Scarface?. Distribuida por CDI, responsables del reestreno de El padrino, implica una oportunidad para los espectadores de revivir esta joya de Brian de Palma en cines. Disponible en alrededor de 30 salas digitales, este clásico del cine es un espectáculo mafioso que nadie puede perderse. No solo por la brillante dirección o el excelente guión que Oliver Stone entregó. Al Pacino ofrece un Tony Montana que conduce a un estado hipnótico, en el que no se pueden quitar los ojos de la pantalla en ningún momento.
Como el regreso de Back to the Future, este reestreno se dio en primer lugar para celebrar la llegada al formato Blu-ray, pero aún así, no hay que dejar pasar la oportunidad de presenciar este espectáculo en cine. Pocas veces tenemos el lujo de recordar al cine clásico como fue y, si la oportunidad está, no hay que desaprovecharla.
El mundo te pertenece
«Este film está dedicado a Howard Hawks y Ben Hecht». Este texto se imprime sobre la pantalla una vez que todas las vainas han tocado el suelo y el humo de las armas se disipó en forma definitiva. Como se lo hace a lo largo de toda la película, esa frase es un reconocimiento patente a la memoria del director y el guionista de la Scarface de 1932. Ese clásico que se ha visto apartado a un segundo plano a manos de un tridente de grandes nombres: Brian De Palma, Oliver Stone y Al Pacino, con una actuación emblemática que lo identifica a él, y a ningún otro, con aquel mortífero personaje.
Dos características importantes del film de Howard Hawks saltan a la vista como marcadas diferencias respecto a su posterior remake. Elecciones que, vistas hoy a la distancia, representan actitudes demasiado inocentes y patrioteriles, aún tratándose de un guión muy adelantado a su época.
El primer aspecto responde al mensaje que Scarface busca impartir. Ausente en la versión de De Palma, hay una intencionalidad adoctrinadora manifiesta, una vez como intertítulos explicativos al comienzo, otra en voz de un personaje con influencia. Las pandillas se han hecho con las calles y la Policía está sobrepasada, es su deber como ciudadano exigir al Gobierno que haga algo. Esta obligación social esconde, bajo un manto de excesivo optimismo, algo que Oliver Stone supo exponer sin vueltas: el rol del Estado y sus Instituciones. Funcionarios y oficiales corruptos, todos propiciadores de un negocio que mueve millones, son en el film original el brazo efectivo de la Justicia y de los valores morales, los héroes dentro de lo que en verdad es solo una guerra de villanos.
Scarface (1932) es sin dudas un film adelantado a sus tiempos, una mirada sobre la mafia y el delito que no se ve perjudicada seriamente por un análisis actual, a ochenta años de su estreno. Aquel recorrido que traza Tony Camonte es el mismo de Tony Montana, el ascenso de un criminal de poca monta a rey del hampa, parábola del éxito de aquel que obtiene todo con trabajo duro. Es notable la fluidez narrativa de la historia, así como el tratamiento honesto de la violencia.
Tanto una como otra versión tienen el reconocimiento de haber sabido cómo explotar los recursos de cada época, Hawks en tiempos de la Ley Seca, De Palma con el éxodo cubano hacia Estados Unidos y el crecimiento del narcotráfico. El guión de Oliver Stone ha dejado una huella en los anales del cine, con frases memorables provenientes de los labios de Pacino y una gran historia sobre su lento proceso de autodestrucción, mucha de la cual ya contaba con la firma de Ben Hecht, 50 años antes. Es difícil tomar una decisión en torno a cual versión es superior, una elección que resultaría en pérdida por tener que optar por solo una. El reestreno en cines sirve para recordar al Caracortada de Pacino, pero también debería hacerlo con el Paul Muni que le dio origen. Nadie debería olvidar que el mundo alguna vez les perteneció.
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