Roger Waters y los pilares de The Wall

En ocasión de la visita del ex Pink Floyd, repasamos la recordada película de 1982.

La visita a la Argentina por parte de Roger Waters, ex integrante de Pink Floyd, con su gira mundial Us + Them, es una buena oportunidad para rememorar Pink Floyd: The Wall, el film de Alan Parker (Midnight Express, Mississippi Burning), basado en el álbum conceptual homónimo del conjunto inglés.

The Wall narra la historia de una estrella de rock ficticia llamada Pink, basándose en las vivencias del propio Waters, y cada uno de los golpes que la vida le da: la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, la sobreprotección materna, la opresión de la educación británica, los fracasos sentimentales, la presión de ser una figura famosa en el mundo de la música y demás, son convertidos por él en «ladrillos” de un muro que lo aparta del resto del mundo, con la esperanza de que lo protejan de éste.

Alan Parker custodiaba en sus manos la gema floydiana, la cual podía enaltecerla aún más o arrojarla al olvido. Afortunadamente, su visión del disco, el arte de Gerald Scarfe y la actuación del artista y activista político irlandés Bob Geldof congeniaron a la perfección y le ofrecieron a los fanáticos un videoclip de 90 minutos de duración, repleto de simbología y ambigüedad como la propia obra lo sugiere, la cual atestigua la enajenación de un personaje desolado en los espacios vacíos donde se encuentra confortablemente adormecido. Las letras de la ópera rock cobran vida en el tintero de Scarfe, el cual se convierte en el quinto integrante de la banda, ya que su percepción acerca del mensaje que la obra resguarda en cada una de sus canciones es tan acertada como la dirección del propio Parker.

Luego de ser elegido por excelencia como uno de los álbumes conceptuales mas importantes de la historia del rock, Alan Parker junto con el caricaturista Gerald Scarfe y con ayuda del mismo Waters en el guion, llevaron en 1982 el mítico álbum a la gran pantalla, sumándose a algunos artistas que nadaron en las mismas aguas, como fueron The Who con la presentación de Quadrophenia en 1979 o Yellow Submarine de The Beatles en el ’68. El corazón de esta inefable obra se encuentra detrás de cada una de las 26 pistas que completan los 80 minutos del álbum, que solo pueden funcionar si están entrelazadas, creando un puzzle de sentimientos.

Al igual que el álbum, el film de Parker nos brinda una historia acompañada de música, una reflexión acerca de lo nefasto de la guerra y cómo el ser humano no puede o no elige aceptar que las mismas no conducen a ningún lugar, más que a la muerte misma; pero está en nosotros derribar los muros y transformar los ladrillos en la luz que atraviesa el prisma.

Patricio Oberst

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