Días atrás finalizó la primera temporada de Raised by Wolves, una serie de HBO Max creada por Aaron Guzikowski (Prisoners, The Red Road) y con Ridley Scott (Alien, The Martian, Blade Runner) como productor ejecutivo y director de los dos primeros capítulos.
La misma nos recuerda de gran manera esos planteos en las películas de ciencia ficción del cineasta, sobre la humanidad, la destrucción, la creación y el universo. En esta oportunidad se establece un claro conflicto entre la religión y la evolución, un vaivén de posiciones claras sobre estas dos vertientes que han regido nuestro pensamiento durante muchos años.
En Raised by Wolves nos muestran cómo la humanidad llegó a su cataclismo por culpa de la fe -en la serie le llaman sol- y una guerra desatada contra los ateos en donde se destruye el mundo y se despliega una búsqueda de otro planeta, por medio de un arca con gente creyente, y así dar inicio a una nueva civilización. Dos ateos encuentran la forma de ubicarse en dicha arca y hacen parte de este viaje para salvar sus vidas para, junto a su «hijo» Paul, comenzar de cero. Uno de estos personajes es Marcus (Travis Fimmel, Ragnar en Vikings), quien lucha entre su ateísmo y su fe extraña que no sabemos de dónde proviene en el nuevo mundo, y su esposa que sólo quiere cuidar de su hijo Paul y sobrevivir.
Por otra parte, desde el inicio nos presentan a Padre y Madre, dos androides enviados a criar niños para dar inicio a una nueva civilización, pero sin tener la religión como base fundamental de la humanidad. En este proceso solo queda Campion, el único que sobrevivió a las condiciones del nuevo mundo y que muestra una personalidad entre el bien y el mal definida por sus emociones y decisiones. Sin acudir a la religión como guía, sino por sus sentimientos y confianza hacia sus padres androides y los humanos que conoce luego. Entre ellos, Paul.
La serie comienza con dos capítulos contundentes y espectaculares dirigidos por Ridley Scott y nos enseña que Madre, el androide reprogramada para criar niños, es de temer por los religiosos. Sin duda la actuación de Amanda Collin es magistral en dicho papel. Pero a lo largo de la serie, el ritmo decae aunque sus planteamientos de evolución, religión y creación se mantengan firmes hasta el final.
Para evitar caer en spoilers, la mezcla que se ve entre estos tópicos no deja de ser interesante y con muchas referencias visuales. Podemos observar guiños a Adán y Eva -Madre y Padre-, Caín y Abel -Paul y Campion-, el fanatismo religioso -los creyentes- y la «serpiente», que deja muchas incertidumbres a resolver para la próxima temporada.
La cinematografía también es magnífica y su banda sonora no se queda atrás. Para todos los que aman la ciencia ficción y tienen un gusto por el trabajo realizado por Ridley Scott, esta serie es imperdible. Una vez más nos muestran cómo la humanidad se puede autodestruir, lo que llevaría a buscar nuevos caminos de salvación ya sea por medio de la religión, la tecnología o la evolución.
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