Primer Plano nos acercó imágenes y un afiche de Porno para Principiantes, comedia encabezada por Martín Piroyansky (Permitidos) y Nicolás Furtado (El Marginal). Las mismas se revelaron para confirmar que la película llegará a los cines argentinos el 3 de octubre. Además, en las últimas horas se conoció un adelanto, que anticipa algo de lo que nos espera de este proyecto.
Montevideo 1985. Víctor es un aficionado al cine que está vendiendo su cámara para poder casarse, cuando un mafioso local lo fuerza a dirigir una versión porno de «La Novia de Frankenstein». Su amigo Aníbal, un empleado de videoclub obsesionado con la pornografía, lo acompañará en la misión. Todo se complica cuando Víctor se enamora de su protagonista, Ashley Cummings, una estrella del porno internacional.
Carolina Mânica (Rua Augusta), Daniel Aráoz (El Hombre de Al Lado), Roberto Suárez (Neptunia), Nuria Fló (Severina) y Karina Hernández (Gorda) son quienes completan el equipo frente a las cámaras de Carlos Ameglio (Psiconautas), quien escribió el guion junto a Leonel D’Agostino (El Hijo) y Bruno Cancio.
«Pertenezco a una generación a la cual querer ser cineasta era como querer ser astronauta», manifestó el director, que explicó: «En 1985, la dictadura llega a su fin en Uruguay y genera, cinematográficamente hablando, una camada de marcianos. Creativamente todo era posible pero productivamente nada había cambiado. Existía un pequeño grupo de gente interesada en hacer películas que tenían la necesidad de ir contra el statu quo del momento e intentar una identidad propia. Contaban con una cultura cinéfila importante, en parte debido a la Cinemateca y en parte a la influencia de los videoclubes pero con cero infraestructura para filmar. De ahí que esta etapa se caracterizó por una enorme cantidad de material experimental, donde la bizarra mezcla de géneros era moneda corriente, en video y sin dinero alguno y con aires de intelectualidad casi ridículos. Porno Para Principiantes pertenece a ese extraño pero maravilloso momento ya que trata del sueño de hacer una película como sea, en un lugar y un tiempo donde eso es prácticamente una utopía. Y así como «La Novia de Frankenstein» (James Whale, 1935) fue un caso insólito en su especie, un absoluto engendro cinematográfico, donde convivieron el humor y el terror en extraña armonía, nuestra historia es también una mezcla de dos de los más disímiles ejemplos de cine: el de autor y el porno».