Ídolo. Campeón. Femicida. Con esas tres premisas la serie escrita por Gabriela Larralde se presentó ante su público en junio pasado e inmediatamente prometió que daría que hablar.
No solamente por un elenco con figuras reconocidas a nivel nacional, como Soledad Silveyra, Gustavo Garzón o Celeste Cid, sino porque mostrarían la cara de un deportista que para miles de argentinos fue -y todavía lo es- un ídolo, pero que también es el asesino de quien en febrero de 1988 era su pareja, Alicia Muñiz.
La serie comienza como termina, con los sucesos ocurridos en la casa que el exboxeador Carlos Monzón alquilaba en Mar del Plata durante aquel verano. En el primer capítulo se narra la incertidumbre y sorpresa de los presentes tras a la muerte de la joven, mientras que en el final se vieron las causas que llevaron a dicho acontecimiento.
En el desarrollo de la serie, que se transmitió por el canal Space y fue producida por Pampa Films junto a Disney, se contaron los inicios del púgil oriundo de Santa Fe, sus triunfos, sus títulos mundiales y su paso por el mundo del cine, mientras que paralelamente se refleja cómo era Monzón cuando se bajaba del cuadrilátero.
«Yo soy Carlos Monzón», es una de las tantas frases que más fuerte suena a lo largo de los 13 episodios que duró la serie. Y no es aleatoria ni azarosa que sea así, cuando hace 30 años atrás muchos querían justificar sus hechos por la simple razón de que eran «alguien» y tenían el apoyo popular por sus triunfos en un deporte de tanta convocatoria.
Desde los medios gráficos, radiales y televisivos también se realizó una cobertura que justificaba lo que el boxeador había hecho o que incluso ponían en duda que él sea el responsable. Debates eternos de una época que al día de hoy cuesta dejar atrás.
«Lo mío es mío» decía el boxeador haciendo referencia a la persona que tenía a su lado, llevándola al status de cosa u objeto que creía poseer en un comportamiento que se desarrolló durante toda la vida que se eligió mostrar.
Monzón no podría ser categorizada como una biopic porque no narra al pie de la letra la vida del santafesino. Es más, hay elementos que fueron agregados para sumar dramatismo a la ficción y así aprovechar, por ejemplo, la farándula de esa época encabezada por Alberto Olmedo y causas relacionadas a la venta de droga.
La historia que eligió contar Larralde es necesaria para que se replantee el apoyo ciego a esas figuras que tantas veces trasmitieron alegría, triunfos épicos y gloria mientras sus miserias eran escondidas. El descenso de un ícono popular a la categoría de mortal, el cual estaba cargado de vicios y problemas.
El caso no fue juzgado como femicidio, figura que se incorporó al Código Penal en 2012 y tiene una pena que puede llegar hasta cadena perpetua. En 1989 fue caratulado como homicidio simple y, aunque el fiscal de la causa pidió 18 años de prisión, la condena terminó siendo de 11.
Carlos Monzón será una leyenda por sus 14 títulos mundiales en la categoría mediana dentro del boxeo, pero también deberá ser recordado por lo que hizo debajo del ring: matar a Alicia Muñiz.