Las claves del cine de Alfred Hitchcock

¿Qué hace que una película sea hitchcockiana?

El cine de Alfred Hitchcock no sólo es recordado por las innovaciones técnicas con las que el director sorprendió a toda la audiencia, sino también por las increíbles historias que narraba. A continuación, vamos a explorar los orígenes de algunas de esas características «hitchcockianas» que definen su obra.

El suspenso como base

Cuando hablamos de Hitchcock la primera definición que se nos viene a la cabeza es «el maestro del suspense», a pesar de que mucha gente suele confundir el suspenso con la sorpresa y eso es algo que el director siempre se esmeró en diferenciar. Hitchcock marca la diferencia entre ambos recursos narrativos de la siguiente manera: Si dos personas se encuentran tomando un café cuando de repente explota una bomba que estaba debajo de la mesa, se provoca una sorpresa en el espectador; pero, si se muestra al asesino colocando la bomba, se mantendrá tenso al público esperando el momento en que explote durante el tiempo que transcurra la escena, en esta ocasión se genera suspenso.

En la mayoría de sus películas el conflicto principal de la trama se suele resolver sobre el final del segundo tercio de la historia, como ocurre en North by the Northwest (1959). En estos films, se presenta un problema, se mantiene el suspenso hasta el desarrollo del segundo acto, se resuelve el conflicto y luego se renueva el suspenso en el espectador que desconoce como se desarrollará este último tercio. Sin embargo, en la filmografía del director existen casos como por ejemplo Rope (1948), donde se realiza la revelación principal en los primeros segundos y luego se juega con el suspenso durante una hora y 20 minutos.

La imagen por sobre la palabra

Otra de las principales características de sus películas es la preponderancia de la imagen y la puesta en escena por sobre el diálogo. Para conocer el origen nos tenemos que remontar a los primeros años de carrera del director, cuando aún no se había conseguido una forma efectiva de hacer cine con sonido -16 de sus películas fueron mudas, siendo Blackmail (1929) la primera sonora-. Hitchcock considera que en el momento en que se inició la etapa del cine sonoro, los cineastas comenzaron a imitar al teatro y dejaron de preocuparse por el lenguaje cinematográfico, ya que con unas cuantas palabras habladas podían explicar más rápidamente una situación.

Es sabido que las películas de Alfred Hitchcock contienen una gran carga técnica y un lenguaje visual que hasta el día de hoy es objeto de estudio. Sobran los casos en los que, con un simple primer plano, supo expresar una sospecha o generar tensión con una toma en el momento justo, como ocurre en Rebecca (1940) o Shadow of a Doubt (1943). Pero la mejor demostración de uso del lenguaje cinematográfico tuvo lugar durante la primera escena de Rear Window (1954), cuando con un pequeño paneo del vecindario y un recorrido sobre la habitación de Jeff Jeffries, el director nos describió, sin utilizar una sola palabra, la vida personal de cada vecino, y nos contó que el protagonista es un fotógrafo obsesionado con una modelo que fotografió y que está enyesado por haber estado en una carrera donde uno de los autos se salió de control, generando un accidente.

El miedo al encarcelamiento

Quién conoce la obra del maestro del suspenso, sabe que en los 63 films que realizó a lo largo de su carrera podemos encontrar historias de todo tipo, pero que a muchas de estas películas las une un factor en común: el protagonista inculpado injustamente. Lo que motivó al director a utilizar tantas veces este plot device tiene origen durante su infancia, cuando su padre lo mandó a la comisaria con una carta y luego de que el comisario la leyera lo encerró durante 10 minutos diciéndole «esto es lo que se hace con los niños malos».

El accionar erróneo de las fuerzas policiales y el miedo a ser encerrado injustamente se puede apreciar en películas como The 39 Steps (1935), donde Robert Donat (Goodbye Mr. Chips, The Count of Monte Cristo) es inculpado de un asesinato que no cometió o The Wrong Man (1956), siendo en este caso Henry Fonda (12 Angry Men, Once upon a time in the west) el señalado equivocadamente como delincuente. Otros ejemplos de protagonista inculpados de forma injusta pueden ser The Man Who Knew Too Much (1956) o Dial M for Murder (1954).

Lo verosímil queda para la vida real

El cine de Hitchcock es, por sobre todas las cosas, fantasía e ilusión. Casi la totalidad de su filmografía son historias ubicadas en un tiempo y espacio real, con personajes comunes y corrientes que viven alguna situación excepcional. El motivo de crear historias que parecen salidas de un sueño es claramente justificado por el realizador, quien creía que los relatos verosímiles tenían que quedar para la vida real, mientras que el cine es un espacio de imaginación sin límites donde se pueden explorar situaciones que van más allá de la vida cotidiana.

Así hay historias como Psycho (1960), donde el dueño de un hotel mantiene una relación enfermiza con su madre muerta; The Birds (1963), donde los pájaros de una pequeña ciudad atacan sin motivo a los habitantes; e incluso Vertigo (1958), que juega durante gran parte de la película con las percepciones de lo que es realidad y lo que no por parte del protagonista.

Cuanto más conocido mejor

La decisión de Hitchcock de utilizar preferentemente actores y actrices reconocidos se fundamentaba en que si la cara del o la protagonista le era familiar al espectador, el mismo se centraría en las situaciones del film y no en quién las interpreta. El cine que realiza el director era definido por él mismo como «cine de situaciones» y no de personajes, donde el atractivo principal de la película radica en lo particular de las experiencias vividas por los personajes y no en los personajes mismos.

Entre los actores y actrices utilizados por el cineasta se destacaron James Stewart (Anatomy of a Murder, Mr. Smith Goes to Washington) y Cary Grant (Charade, His Girl Friday), que colaboraron en cuatro películas del director, Grace Kelly (High Society, Rearranged) lo hizo en tres de sus films, Ingrid Bergman (Gaslight, Murder on the Orient Express) participó en dos y Janet Leigh (The Fog, The Manchurian Candidate), que fue parte de Psycho.

Aunque es imposible capturar la obra de Alfred Hitchcock en unas cuantas líneas, el libro «El cine según Hitchcock» de François Truffaut -el cuál sirvió de inspiración y fuente principal para redactar este texto- presenta un excelente análisis sobre sus películas y es un pasaje obligatorio que todo cinéfilo debería leer por lo menos una vez en su vida.

Santiago Obeziuk

Periodista

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