Hunters: la dura tarea de ficcionalizar el horror

Algunas líneas sobre la serie de Amazon.

La Segunda Guerra Mundial es una de las temáticas más inagotables a la hora de contar historias. Con una dinámica de secretos de familia, justicia por mano propia y recreación de testimonios de sobrevivientes, Hunters se suma a la lista recordándonos que «solo el que muere conoce el fin de la guerra».

Corre el año 1977 en Nueva York. Han pasado 32 años de uno de los conflictos bélicos más grandes de la historia y con él la mayor erradicación en masa de personas, el Holocausto. Uno de sus sobrevivientes, Meyer Offerman -interpretado por Al Pacino, recluta a un escuadrón, presentado a un estilo muy tarantinesco, que tendrá como tarea desenmascarar a todos los nazis que lograron salirse con la suya, escondiéndose en los Estados Unidos como si nada malo hubieran hecho. Un club de justicieros que tiene como cliente a seis millones de víctimas.

Cada uno de los involucrados tiene una tarea que cumplir. Harriet, una monja que se reza a ella misma, planifica las misiones como miembro del MI-6. Lonny Flash, con un carismático Josh Radnor (How I Met Your Mother) que encarna al personaje más gracioso de los cazadores, está a cargo de la caracterización. Roxy Jones, que nos remite inmediatamente a la reciente BlacKKKlansman de Spike Lee, es una referente del Black Power, que no distingue causas cuando el motivo es hacer justicia. Joe Mizushima, un ex veterano, es el eterno soldado que aporta la fuerza. Y por último la pareja más adorable de ancianos, ejemplo de amarse en las buenas y en las malas; Mindy y Murray, también sobrevivientes.

El punto de reunión es un recoveco de la mansión de Offerman bautizado como El arca, donde la frase «verdad y memoria son especies en extinción» cobra sentido. Allí los Hunters tienen su biblioteca personal: entrevistas a sobrevivientes, archivos, registros que facilitan su búsqueda. Pero lo más importante es el rincón destinado a los enemigos tan buscados. Los nazis que figuran en la lista. Entre esos nombres, figuran ex generales de los campos que en Estados Unidos son generales de Estado, químicos y doctores fieles al régimen que ahora viven el sueño americano. Todos están marcados y tarde o temprano les llegara la hora.

Este equipo, unido por sed de justicia, recibe a su miembro más joven Jonah Heidel (Logan Lerman) bajo circunstancias poco agradables. Luego de la muerte de su abuela, Ruth, Jonah queda solo en el mundo. Decide buscar al asesino, a quién logró ver pero el shock lo dejó paralizado. Ruth, su safta como él la llama, formaba parte de los Hunters, y guardaba su verdadera identidad luchadora en las clásicas cajas que simulan ser pequeñas pero logran almacenar una vida de secretos.

Es así como los 10 episodios de esta primera temporada pivotean entre dos arcos narrativos. Por un lado las misiones de cada capítulo, donde conocemos mediante flashbacks a cada uno de los nazis de la lista. El porqué son buscados, sus apodos en sintonía con las torturas que realizaban, cómo lograron salir ilesos. Y por otro la búsqueda de Jonah por conocer su verdadera identidad. Creció en una familia judía pero nunca logro tener fe, por momentos duda de cuán justificables son los modos del club, atraviesa duelos que lo hacen refugiarse aún más en su mundo de referencias a cómics, en una suerte de particular coming of age. Y gran parte de la trama se reduce a la vivencia. El conocer el horror por los relatos, la historia y el haberlo vivido en carne propia.

Mencionamos los flashbacks a los días donde funcionaban los campos de concentración. Meyer Offerman estuvo ahí. Ruth, Mindy y Murray también. Y si bien todos estos nombres son personajes ficticios, hay una memoria que inspiró la recreación de este horror que es verídica. Su creador, David Weil, efectivamente tuvo una abuela que pudo contar parte del horror nazi. Las historias que le fueron compartidas conforman la fuente en la que la serie se basó, pero Hunters no deja de ser una ficción y no un documental.

Entre algunos de los viajes a Auschwitz figuran torturas, separación de familias, asesinatos a sangre fría de niños y, el más polémico de todos, un ajedrez humano. Este último es una recreación y ficcionalizacion de cuán lejos podía llegar el sadismo nazi, escogido para hacer frente al revisionismo histórico. Nunca ocurrió. El creador asegura que no quiso representar actos específicos y reales tan traumáticos, dado que al tomar prestado el evento de la vida real de una persona se lo puede llegar a tergiversar.

La memoria autobiográfica se combina con un evento que efectivamente ocurrió, y que la serie recupera. Es la operación PaperClips. El gobierno estadounidense, en su competencia con la Unión Soviética luego de finalizar la guerra, busca las mentes y tecnologías desplegadas en el Tercer Reich para usarlas en defensa propia. Es así como la inmigración nazi ocurre sin inconvenientes. No solo los nazis siguieron su vida como si nada, sino que están juntando fuerzas para lograr conformar un Cuarto Reich.

El opening de Hunters es un tablero de ajedrez con los personajes en cera. Y Al Pacino con su forma de narrar similar a la de un búho sabio, con una cadencia y elección de pausas tal que enriquecen el relato, suelta en sus varios encuentros con Jonah una frase descomunal: «El pasado es lo único que existe. Se repite una y otra vez con nuevos jugadores y nuevos tiempos esperando un resultado diferente».

Y la serie, si bien por momentos puede volverse lenta y poco reveladora, no pierde de vista jamás esos elementos. Recorre muy bien el legado de la guerra tanto para los ganadores y los perdedores. Fortunas que se levantan a costa de genocidios. «Todas las fortunas son sucias», confiesa el presidente del mayor banco que protegió nazis. Los sobrevivientes que no pueden permitirse olvidar, pero el fantasma del pasado condiciona su felicidad presente. Los jóvenes que intentan comprender la causa y las condiciones políticas e intereses que interfieren a la hora de hacer justicia.

Su creador se adentro en el proyecto para «lidiar con el hecho de que la última generación de supervivientes del Holocausto está muriendo y esta era una forma de continuar esa historia». Por esta razón hay que darle una chance a Hunters sin dejarse influir por todas las críticas que solo apuntan a la controversia. La narración está bien construida, la voz en off es el recurso que prima acompañado por los flashbacks a los días de guerra, y los objetos claves para el misterio siempre nos guiñan el ojo con un «teneme en cuenta» con los primeros planos.

Carla Alomar

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