Nuestro querido Tom Hanks está de festejo, por su cumpleaños número 63 para ser exactos. Y con más de tres décadas y media de trayectoria como actor, director, productor y guionista, es casi inevitable que al escuchar su nombre se vengan un montón de recuerdos a la memoria porque, de una forma u otra, se ha encargado de marcar nuestras vidas con actuaciones memorables.
Es por eso que, en su día, les presento una lista de películas de nuestro querido doble ganador del Premio de la Academia, de esas que, sin importar la hora o el día, siempre dejarás tus tareas cotidianas para sentarte un buen rato frente al televisor y disfrutarlo.
No hay buena lista de películas de Tom Hanks que no empiece con Big (1988), una que definitivamente se graba en el recuerdo pues la idea de poder regresar a un pasado que parece «más fácil» siempre es tentadora cuando ya eres adulto. Ni hablar de la ya clásica escena de Tom bailando sobre el piano gigante en la juguetería, recreada hasta el hartazgo en otras producciones como Los Simpson.
Pero hay que ser honestos… Si Hanks no hubiera decidido subirse al barco de Philadelphia (1993), su carrera quizás no se habría despegado de las comedias y pequeñas producciones para televisión. Tocar un tema tan delicado como el SIDA en los ’90 no era tarea fácil, cosa que hizo de la mano de Denzel Washington y Antonio Banderas. Se trató de un paso decisivo en su filmografía, con el cual hizo méritos como para llevarse el Oscar a Mejor Actor. La racha se repetiría apenas un año después con Forrest Gump (1994), en la que brindó una memorable interpretación consagratoria, que le daría su segunda estatuilla consecutiva.
Los éxitos seguirían en el ’95 con dos producciones bien diferentes, las cuales competirían por el máximo galardón más allá de que él no estuviera nominado. Sería el responsable de dar la icónica frase «Houston, tenemos un problema» en el marco de Apollo 13, y junto a su tripulación nos llevaría a vivir momentos de tensión sin saber cómo sobreviviría a las fallas mecánicas que presentaba la nave en el momento de reingresar a la Tierra. La otra también involucraría a un jinete del espacio, aunque ese rol quedaría en manos de Tim Allen. En Toy Story, él le dio voz al inolvidable vaquero Woody, el incombustible protagonista de una de las franquicias animadas más notables que se hayan hecho. Ante elogios de la crítica y el éxito absoluto de taquilla, viene de estrenar su cuarta parte.
Del espacio y el cuarto de Andy a otro tipo de campo de batalla, con Saving Private Ryan (1998). Hanks nos cambió de ambiente y nos regaló una visión de compañerismo y camaradería propia de las películas americanas y su mirada heroica de cómo sucedieron las cosas en la Segunda Guerra Mundial. Con cinco Premios de la Academia en su haber, marcó el inicio de una rica colaboración junto a Steven Spielberg, seguida por trabajos de alto perfil como Catch Me If You Can, The Terminal, Bridge of Spies y The Post.
Entre premios y dramas de gran calibre, también había oportunidad de volver a las aguas de la comedia romántica. Hizo una pareja que todos amamos en You’ve Got Mail junto a Meg Ryan, con un acercamiento al amor millenial pero en 1998, como el romance por WhatsApp pero un tanto más lento. Los dos se odiaban pero por correo electrónico la cosa era distinta. Un milagro inesperado, como el que llegaría al año siguiente con The Green Mile, en la adaptación de la novela de Stephen King. Esa fantástica y conmovedora historia nos mostró otra faceta del actor, en su paso por la milla verde y su camino hacia la redención.
Al año entrante se produciría otro hito en su filmografía, con uno de sus papeles más destacados. Inolvidable esa relación junto a Wilson para Cast Away (2000), film para el cual demostró un nivel total de entrega. Su rodaje se atrasó ocho meses para que él pudiera perder peso -25 kilos en cuatro meses- y su actuación fuera acorde a lo que le sucedía al personaje varado en una isla. Con la que hasta el momento es su última nominación al Oscar, daba por cerrada la década del ’90, una que indiscutiblemente dominó con sus trabajos.
Los años posteriores vinieron cargados de proyectos de suerte dispar. Como el profesor Robert Langdon en The Da Vince Code, Hanks logró dar vida al reconocido personaje que Dan Brown había imaginado en sus libros. Sin el prestigio de otros de sus títulos, pero con los buenos dividendos en taquilla, interpretó el rol en tres oportunidades bajo las órdenes de Ron Howard, con quien había trabajado en Apollo 13 y Splash, el film que lanzó su carrera en 1984. La Academia ha ignorado sus labores recientes, lo cual no implica que no haya brindado grandes interpretaciones en Cloud Atlas, Captain Phillips, Bridge of Spies, Sully o The Post. Y esperamos con interés los próximos proyectos que tenga en camino, que afortunadamente son varios. Quizás ya no goce del favor de los que otorgan premios como hace dos décadas atrás, pero el afecto del público se mantiene intacto. Tom Hanks es uno de los grandes tesoros del cine y así lo celebramos.
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