Emily, una estadounidense de veintitantos años, se muda a París para una oportunidad de trabajo inesperada. Las culturas chocan mientras se adapta a los desafíos de la vida en una ciudad extranjera.
En estos tiempos de aislamiento y pandemia, siempre estamos a la espera de contenidos nuevos que nos sorprendan y fascinen. Pero muchas veces necesitamos algo tranquilo y que nos distraiga, básico pero entretenido y Emily en París va directo a esa categoría. Así fue como se posicionó en el puesto número 1 de las más vistas de Netflix a los pocos días de su estreno.
La serie que llega de la mano de Darren Star, el creador de Sex & the City, es una comedia romántica de 10 episodios que entretiene de principio a fin y no genera expectativas irrealistas de lo qué esperar.
Emily Cooper (Lily Collins, The Mortal Instruments, Love Rosie, Stuck in love) es una millennial genio del marketing digital y redes sociales, que consigue un puesto en París tras una coalición de la empresa en la que trabaja con unos representantes de lujo. Por lo que, de un día para el otro, tendrá que dejar su vida en Chicago para mudarse por un año a la ciudad de las luces.
Se nos presentarán varios problemas que tranquilamente pueden pasarle a cualquiera, pero el principal será la forma de comunicarse: Emily no sabe francés y el traductor de su teléfono será su mejor amigo hasta que pueda comenzar las clases de idioma. Tema que su nuevo lugar de trabajo no se lo tomará bien, y ahí se planteará el segundo problema laboral: Emily no le cae bien a sus nuevos colegas franceses y mucho menos sus innovadoras ideas para impulsar la presencia de las marcas que representan en redes sociales a nivel internacional y nacional.
No tenemos que olvidarnos de que se trata de una comedia romántica que apunta a un público millenial, por lo que los encuentros casuales y los clichés amorosos forman parte del menú. El hogar de Emily en París es un viejo edificio y el interés romántico de nuestra protagonista -su vecino Gabriel (Lucas Bravo, Caprice, La crème de la crème-, es un joven que se volverá su cómplice para unos cuantos momentos claves de la narrativa y la dupla dará algunos de los momentos de excelencia en lo que al género respecta.
Si bien la serie aborda temas actuales, tales como relaciones a distancia, sexo virtual, masturbación femenina, guiños a relaciones poliamorosas, sexismo y la pasión por el trabajo, no los explora en su totalidad lo que podría enriquecer mucho más la trama. Por el contrario, va a lo seguro. La protagonista absoluta es Emily y vemos dejos de la historia del resto, que son aquellos que colorean y hacen resaltar a la estadounidense.
Pero con looks que vienen de la mano de Patricia Field (Sex & the city, El diablo viste a la moda) y la fotografía de Steven Fierberg (The Affair, La Secretaria) y Alexander Gruszynski (The Craft, Terror bajo tierra), Emily en París es placentera a la vista, embelesa y se vuelve un plan perfecto para un momento de distracción y entretenimiento.
Con un aviso: tiene un final abierto a una posible segunda temporada.
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