Para trabajar en torno a las causas por las que El Eternauta aún no ha llegado al cine, me permito un estudio crítico sobre la pertinencia de una película semejante. No solo es que la obra de Héctor Germán Oesterheld no ha sido adaptada, sino que no se lo hace en un contexto sumamente favorable para la realización de un film así, con un marco sociopolítico que reivindica a la figura del autor y una nueva época dorada del cómic con una variante… es el cómic en el cine.
EL MUNDO ARREPENTIDO
En El Oficio de las Viñetas, Laura Vázquez reconstruye un período de gran significado para la historieta argentina entre 1968 y 1984 (1). Este último año, signado por la salida de la Revista Fierro, es de transición de la era de represión de la Dictadura militar hacia la Democracia, pero se entiende como la clausura de una época. Estas historietas para sobrevivientes, como rezaba el subtítulo en alusión a los hechos perpetrados por el régimen anterior, vienen a ocupar un espacio que había quedado vacante en el ámbito del género, pero en el mismo movimiento señalan el inevitable cambio: la tradición recuperada no es aquella de la llamada «época dorada».
Las primeras noticias en torno al proyecto de llevar El Eternauta al cine tienen lugar, entonces, al tiempo en que comienza a editarse la Revista Fierro. La transposición de un medio al otro comienza a gestarse cuando uno de ellos –la historieta- inaugura una nueva etapa que no logra hacer sombra a las mejores épocas, con una situación de desaceleración económica y artística que no hará más que acrecentarse con el transcurso de los años. El contexto sociocultural argentino e internacional en este 2013 es, no obstante, muy diferente al que se atravesó a lo largo de las tres décadas desde el advenimiento democrático y los deseos primigenios de concretar la adaptación.
En principio es necesario destacar la recuperación que la figura de Héctor G. Oesterheld ha tenido durante los años de gestión tanto de Néstor Kirchner como de Cristina Fernández. El guionista fue hermanado con Rodolfo Walsh, tanto desde su coincidencia cronológica como por su condición de intelectual que, desde sus espacios –la historieta y el periodismo-, presentaron una férrea resistencia al Proceso de Reorganización Nacional. Su obra se ha visto revalorizada a partir de diferentes eventos –Muestra Homenaje de Mendoza a Oesterheld y a la Historieta Argentina (2011), Héctor Germán Oesterheld: El Hombre como unidad de Medida (2009), Héctor Germán Oesterheld, de profesión: imaginador (2008), 50/30: 50 años con El Eternauta, 30 años sin Oesterheld (2007), como algunas de las más destacadas- y por cuidadas reediciones de su trabajo. Por otro lado, ha tenido una inusitada presencia en los medios de comunicación que no se ha ahorrado de polémica, con un uso de la agrupación partidaria La Cámpora del icónico dibujo de Francisco Solano López para crear «El Nestornauta» y el intento de prohibición del Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, de la lectura de la obra en las escuelas de la Ciudad.
«Hace años que es el momento… me parece muy pertinente una película que tenga este tipo de alegorías históricas y políticas por el contexto latinoamericano que se vive», sostiene Martín M. Oesterheld y aclara: «Además es un momento que va a durar, no es que se acaba ahora y por eso hay una necesidad». Esta época de la que habla el nieto del autor hace referencia al viraje ideológico que la mayoría de los países de la región ha propuesto desde la década anterior, con un discurso antiimperialista que se corresponde con los lineamientos pautados por la versión de El Eternauta dibujada por Alberto Breccia y publicada en la Revista Gente (1969) que, según sostuvo el propio entrevistado, no sería la elegida para la transposición. Si este marco sociopolítico adecuado ya se refleja en el cine, con una cantidad de películas por año que toman como tópico lo ocurrido durante el período 1976-1983, el 2013 ha visto también el estreno para la pantalla chica de Germán: Últimas Viñetas, miniserie de 13 capítulos de ficción sobre los últimos años del autor emitida por la Televisión Pública, que contó con apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y que surgió del Plan de Fomento TDA -Plan Operativo de Fomento y Promoción de Contenidos Audiovisuales Digitales para TV-.
Por fuera del contexto político, es aún más relevante para el potencial desarrollo de una película de El Eternauta el análisis del estado actual del medio, con un corte transversal sobre lo que ocurre en el ámbito internacional, con una nueva época dorada en lo que al cómic se refiere pero con una variante fundamental: es el cómic en el cine. Si bien la Argentina ha tenido su cuota de traslado de historietas a la gran pantalla en los últimos años –Isidoro, Paturuzito, Boogie, el Aceitoso, entre otras- han sido escasas experiencias animadas en 2D –a veces en combinado con 3D-, reflejo de una instancia primigenia que Hollywood ha superado tiempo atrás. Fácilmente delimitable desde fines de los años ’70 hasta ya entrados al nuevo siglo, fueron pocas las versiones cinematográficas de personajes de historieta que lograron trascender –el Superman de Donner, el Batman de Burton, El Cuervo de Alex Proyas-, mientras que muchas otras cayeron de forma inevitable en el olvido –Captain America (1991), Fantastic Four (1994), The Punisher (1989), The Incredible Hulk Returns (1988), Dr. Strange (1978), entre muchas más-.
Recién hacia el año 2008 es que asomará la transformación que hoy, un lustro después, es una constante. El necesario perfeccionamiento técnico iniciado en la década anterior, que no siempre se veía acompañado de sólidos argumentos, encuentra los dos hitos que apuntalaron al de los superhéroes como género –ya no uno subsidiario de la acción- y al cómic como la fuente de ingresos más redituable de la industria: el coronamiento de El Caballero Oscuro, la saga iniciada por Christopher Nolan, y la compra de Marvel por parte de Walt Disney Pictures. Lo primero es en un plano argumental, con The Dark Knight como una obra cúlmine, sobre todo en la demostración de la riqueza dramática de aquellos personajes conocidos desde añares. Lo segundo es en un nivel de alcance y distribución, con el inicio de una larga planificación a futuro que a la fecha no ha dejado de dar frutos, en lo que se conoce como Fase 1 y, con el estreno de Iron Man 3 (2013), la Fase 2. El resultado de estos dos puntos es fácilmente comprobable, con notables éxitos de crítica y taquilla que han ubicado a tres films nacidos de este cambio (Iron Man 3, The Dark Knight Rises y The Avengers) entre los diez más recaudadores de toda la historia a nivel mundial.
Más allá del éxito en el traslado de cómics –sobre todo de superhéroes- a la gran pantalla, El Eternauta es, principalmente, una historia de ciencia ficción. El género, que prácticamente había desaparecido en los últimos años, se encuentra en una nueva etapa que podría considerarse dorada. Solamente el 2013 tendrá en cartelera una docena de propuestas con grandes presupuestos, reconocidos cineastas detrás de cámara y distinguidos actores delante de ellas –uno de estos, Oblivion, guarda notable parecido con El Eternauta II (1976)-, todo esto mientras se prepara una nueva trilogía de Star Wars (2015), el primer vástago de otro nuevo punto de inflexión: la compra, por parte de Disney, de la compañía Lucasfilm.
Este análisis busca poner de manifiesto un cambio de época, el cual se ve atravesado a la vez por modificaciones en el estado de la historieta y la ciencia ficción que no dejan de implicar a El Eternauta, un proyecto que, por falta de lectura de un momento histórico, no tiene ningún progreso. Si la creación de Fantabaires en 1996 se probaba como un evento en el que confluía la historieta con ciertos géneros menores –sci-fi, terror y fantasía- con los que compartía un carácter marginal (2), apenas una década más tarde son estos los que se convirtieron en el principal combustible de la industria cinematográfica, no así en el caso argentino que aún no ha tenido éxito en nacionalizar la aventura (3). «Yo tengo más lectores que Borges», aseguraba Héctor Germán Oesterheld casi cuatro décadas atrás para justificar la grandeza del género en que trabajaba (4).
En el próximo apartado se explorarán las causas por las que, en 30 años de intentos, aún no se ha avanzado en una película de El Eternauta, así como también se adelantarán ciertas cuestiones exclusivas respecto al futuro de la obra de Héctor Germán Oesterheld.
(1) Vázquez, Laura, El Oficio de las Viñetas. La industria de la historieta argentina, «Presentación». Argentina, Paidós, 2010. (pp. 17-21.)
(2) Agrimbau, Diego (2003): «Sobrevivientes de la historieta: 1992-2002», en: Tram(p)as de la comunicación y la cultura. Año 2, Nº11. La Plata, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP, marzo. (p.34)
(3) Francescutti, Pablo: «De vuelta al futuro con El Eternauta» en Punto de Vista, Revista de Cultura, Año XXX, Nº87, Buenos Aires, abril de 2007, p.15.
(4) Saccomanno, Guillermo y Trillo, Carlos, «El (¿último?) gran reportaje (1975)», en Oesterheld en primera persona, Buenos Aires, La Bañadera del Cómic, 2005, p.22.
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