Crítica Una especie de familia

¿Qué límites está dispuesta a cruzar Malena para conseguir aquello que más quiere? Ella es una médica de 38 años que una tarde recibe el llamado del doctor Costas, quien le informa que debe viajar inmediatamente al norte del país: el bebé que ella estaba esperando está por nacer.

Diego Lerman (Refugiado) vuelve a decir presente con Una especie de familia para introducirse en el conflicto de una mujer a la hora de adoptar un niño. Él no emite juicio de valor sobre la condición ilegal de este hecho sino que lo pone directamente sobre la mesa para seguir las tribulaciones de Malena alrededor de un hecho que no solo la afecta a ella, porque la adopción tiene sus causas y efectos en todos los implicados.

Hasta bien entrado el relato es casi imposible distinguir qué está sucediendo. Diálogos van y vienen; la protagonista Malena, interpretada por Bárbara Lennie, va relacionándose con distintos; los tratos, desde lo más informal a lo más prudente, contribuyen a esa inexactitud de no saber quién es ella y qué esta haciendo allí. La información no es entregada a los tumbos sino que se debe ir deshilando para comprender. Ciertos planos, en donde los personajes siempre tienen por delante objetos o vidrios, dan la pauta de la falta de accesibilidad a sus emociones o por lo menos a una justificación de ellas.

Este mérito se convierte, por momentos, en una desventaja en tanto que no tendremos justificaciones sólidas para ciertos giros dramáticos o en el tránsito emocional de Malena, lo que vuelve algunas decisiones sino forzadas a la sumo inverosímiles; las pertinentes contradicciones de los personajes bordean la inconsistencia.

Otro de los grandes logros del film es la adopción del escenario misionero para volverlo un personaje más. El calor, la humedad que saca a relucir el descargo de los protagonistas sumado a un constante obstáculo para Malena con sus terrenos, langostas, charcos y demás. Lerman logra que ella se vea incómoda en todo momento, sin necesidad de personajes que se la provoquen.

Ahora, donde el director parece manifestar cierta posición es justamente en Malena y su esposo (Claudio Tolcachir), doctores de clase alta que derriban ciertos obstáculos para intentar hacerse de un niño pero sin llegar a considerar y entender la realidad social del lugar en donde están. De principio a final, ella expresa su constante ego, el único universo que existe, su propia burbuja.

Una especie de familia edifica una gran puesta en escena a partir de un sólido guión y el gran uso de la fotografía a cargo de polaco Wojtek Staron, y se convierte en un film tan atrayente por su trama como por su tema. Es un retrato del sistema económico imperante creando sus propias miserias.

 

 

 

 

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Matías Carballa

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