Zero Dark Thirty es la crónica de diez años de la caza y muerte del terrorista Osama Bin Laden contada a través de los ojos de una obstinada agente de la CIA.
Kathryn Bigelow obtuvo el reconocimiento que siempre se mereció con The Hurt Locker, y ahora que está totalmente enfrascada en la zona de guerra se despachó con un ingente thriller que tiene como epicentro a la polémica captura del terrorista Osama Bin Laden; Zero Dark Thirty entonces narra absorbente persecución durante diez años comandada por una audaz e implacable agente de la CIA que se atrevió a todo para conseguir el premio mayor.
Era más que obvio que una película que cuenta la visión americana de la búsqueda de Bin Laden iba a traer consigo un sinfín de pólemicas críticas de patriotismo americano y nacionalismo exacerbante, pero Bigelow está interesada totalmente en presentar a un personaje y girar alrededor del mismo todas las diferentes vicisitudes y giros de una caza que tuvo a dos presidentes al mando; como si se tratase de un episodio de lujo de la serie 24 o la reciente Homeland, Zero Dark Thirty se enfoca en todos los detalles técnicos y los recursos utilizados por la CIA para unir cabos y atrapar a la aguja en el pajar. Bigelow y su colaborador, el guionista Mark Boal no pierden tiempo en presentar su película mediante una tensa y dura escena de tortura, que termina resultando aleccionadora al mismo tiempo que marca el bautismo de fuego de Maya, la protagonista.
El desafío de Bigelow al retratar una obsesión personal como la de Maya y a la vez contar la caza y captura del terrorista mediante conexiones, persecuciones y recopilación de información denota una tarea hercúlea que la directora cumple con acierto al entregar como resultado final un film que resulta tenso pero a la vez no se puede dejar de ver. Mientras que no es una película de acción tradicional, Katrhyn crea un impresionante nivel de suspenso en el que por momentos uno sabe lo que sucederá a continuación, pero el ritmo aumenta y aumenta hacia su conclusión de una manera extraordinaria.
Aunque dos horas y media puedan resultar excesivas le bastan a la directora para presentar la historia y desarrollar la acción detectivesca del film, a la par de llevar a sus personajes hacia la tridimensionalidad, un detalle más que importante cuando el peso de la historia recae en ellos. Por eso es importante destacar la labor de Jessica Chastain, que cumple con creces un protagónico que demandó nervios de acero y mucha obstinación; sí, Chastain entrega una actuación memorable, pero no termina de cerrar, aunque tiene escenas memorables que justifican una nominación. El resto del elenco a su alrededor reúne a un talento maduro y fresco que complementa la trama, como el reacio y cansado agente de Jason Clarke o la sencilla Jennifer Ehle, aunque hay nombres de peso que no están por más de dos minutos en pantalla pero su participación resulta clave para el desarrollo como Mark Strong, James Gandolfini, Kyle Chandler y la dupla de Joel Edgerton y Chris Pratt, los agente de campo que toman escena casi al final de la película y protagonizan los momentos más asfixiantes del film con el raid final a la fortaleza donde se esconde el terrorista.
No hay dudas de que Zero Dark Thirty puede ser vista como un panfleto político oportunista, pero si de algo no se puede dudar es del ojo y la mano de Kathryn Bigelow para gestar una película sólida y sorprendente, con un elenco de primer nivel y una historia polémica pero intensa.
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