Crítica de Wine Country / Entre Vino y Vinagre

En honor al cumpleaños número 50 de Rebecca, Abby planea una escapada a Napa con sus mejores amigas de toda la vida.

Wine Country, Entre Vino y Vinagre, Amy Poehler, Maya Rudolph

Para tratarse de una película que toma lugar en los bellos viñedos de la soleada California, Wine Country tiene el acierto de mantener un control y sobriedad que, a lo largo de su metraje, termina siendo su mayor fortaleza. Es sencillo, la reconocida comediante y ahora directora Amy Poehler edificó lo que sería su debut tras de cámaras con una serie de anécdotas sobre lo que para ella es un nicho poco explorado: el de un grupo de amigas entrando en sus 50 años y que, al final, deben comprender lo que su valiosa amistad implica a esa edad.

Es de agradecerse que el guion escrito por Emily Spivey y Liz Cackowski no se demore en arrancar con el viaje de unas amigas hacia Napa para celebrar el medio siglo de vida de una de ellas. Y es que, con contundencia, se opta por una suerte de prólogo que da fijas pinceladas para revelar el tipo de personas que son las protagonistas de este viaje, interpretadas por la misma Spivey, Poehler, Maya Rudolph, Rachel Dratch, Ana Gayester y Paula Pell. Al llegar, el paisaje es soleado, la casa carece de conexión a Internet y el lujo de compartir un lugar así es lo suficiente como para desencadenar la comedia, el gag facilillo y otros recursos que, desafortunadamente, no terminan de ofrecer la desopilante experiencia que se proponía.

Wine Country, Entre Vino y Vinagre, Amy Poehler, Maya Rudolph

Puede que sea en parte por su mirada, en el público objetivo, que esta historia sobre compañeras de toda la vida no termine de conectar con el espectador. Es decir, hay momentos inspirados que confían totalmente en el efectivo carisma de sus actrices y, por ejemplo, Rudolph suele llevarse las mejores partes, mismas donde hace gala de ese timing y carisma que tanto ha demostrado en Saturday Night Live. Pero al ser una comedia que se sostiene principalmente por el –para algunos- lejano conflicto de la crisis de mediana edad, es complicado no sentir cierta desconexión, aunque se procure compensar con las breves intervenciones del irreverente Jason Schwartzman.

No es así con el sólido tratamiento de sus protagonistas, las que cuentan todas con un simpático arco –algunos radicalmente más sutiles que otros- que permite hacer de sus interacciones lo mejor de la película. Ver a este singular grupo frente a una cuestionable exposición de arte o ante una despreocupada degustación de vinos es cuanto menos entretenido, y finalmente entregan las mejores secuencias del film. La química en pantalla es efectivamente mangnética y la complicidad de sus personajes da pie a un viaje que no provocará todo lo que pretende, pero sí que se consolida como un firme divertimento.

Wine Country termina por ser una servicial comedia que vuelve a demostrar el ya conocido talento de las chicas de SNL, pero no logra brillar. El trabajo de Poehler detrás de cámaras es lo suficientemente competente como para no arruinar la experiencia y la camaradería con sus compañeras acaba dándole un atractivo que trasciende al del argumento.

6 puntos

 

 

 

 

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