Durante un atraco a un banco, el conductor contratado para la fuga deberá hacer uso de su ingenio y destreza cuando recibe órdenes desde un número desconocido.
¿Hay algo que Frank Grillo no pueda hacer? Tras años de oscuridad en papeles secundarios, su protagonismo fue cobrando fuerzas y reconocimiento que lo llevaron a participar en Captain America: The Winter Soldier, dentro del universo Marvel, y luego a redimir The Purge, la saga de la productora Blumhouse. Recio y de semblante imponente, su talento se ha cimentado con la serie dramática de lucha Kingdom y ahora Netflix le propuso un vehículo de lucimiento (ejem) con Wheelman.
En su debut como director y guionista de largometrajes, Jeremy Rush no podría haber hecho las cosas de mejor manera. Con 80 minutos y tan a contrarreloj como su protagonista sin nombre, las reglas del juego se establecen de inmediato y la acción no tarda en pisar el acelerador. El hilo conductor es un robo que sale mal y la pericia del as al volante para salir de su precaria situación. Es todo lo que tiene que saber la platea y, casi en tiempo real, la situación irá complicándose con cada llamada que reciba el conductor anónimo. No esperen grandes giros de guión, sino un paulatino incremento en tensión conforme pasen los minutos, y un audaz manejo de la adrenalina de parte de Rush. Para ser su primera película, hay un gran ojo para cualquier tipo de secuencia, ya sea una persecución a toda velocidad o maniobras casi imposibles para evadir a los perseguidores. Suena raro ser tan minucioso pero es destacable el apartado del sonido, en donde cada cambio de velocidad se presiente, cada disparo aturde y cada detalle está al servicio de la trama.
Wheelman bebe de muchas fuentes, de las más cercanas podríamos decir que es una Drive de Nicolas Winding Refn, pero sin bajar del auto, cruzada con una Locke, con Tom Hardy, pero sin hacer un estudio profundo de personajes. Grillo posee una presencia magnética insoslayable, una personalidad afín a la del inmortal Clint Eastwood, en el sentido de que los personajes que componen no toleran las estupideces y mucho menos reciben órdenes de nadie. Saben qué decir, cómo actuar y su talón de Aquiles es usualmente la familia, en este caso una intempestiva hija adolescente (Caitlin Carmichael) que tendrá un momento clave en el acto final, demostrando que la manzana no cae lejos del árbol. Hay actores secundarios de la talla de Garret Dillahunt y Shea Whigham que acompañan la odisea nocturna del conductor, pero el 95% de la pantalla lo estelariza Grillo.
Puede que sus limitaciones sean más que obvias, pero películas mucho más grandes han apostado a más y no han obtenido mejores resultados. Wheelman parte de un diminuto esquema, visto muchas veces en forma previa, y a partir de un microcosmos urbano se expande lo suficiente para contar su historia, resolverla y en el camino lidiar con la tormentosa relación familiar del protagonista. La economía de recursos es un aspecto que le sienta bien al thriller y demuestra que, cuando hay una buena idea ejecutada con solidez, no se necesita mucho más que un soberbio actor que mantenga electrizada a la platea el tiempo suficiente. Y, si todo sale bien, Frank Grillo podría haber creado otra saga para conducir a buen puerto.
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