Crítica de Warrior

Un ex marine perseguido por un trágico pasado regresa a su Pittsburgh natal y se entrena para participar del torneo de MMA más importante. De igual modo, su hermano Brendan, incapaz de hacer un cierre de su vida como peleador, volverá a los rings como amateur para sostener a su familia.

Warrior, Tom Hardy

Dos miradas, con un mes de diferencia, fueron necesarias para confirmar que Warrior es un muy buen drama deportivo cuyo estreno directo a DVD, como se dio a conocer en los últimos días, es algo que debe lamentarse. Un primer vistazo crítico tuvo como resultado la idea de que a la película le sobran 20 minutos y que su costado dramático padece, a necesidad de combates, un mal manejo de tiempos, dejando algunos importantes cabos sueltos, sobre todo en torno a la figura de Tommy Riordan (Tom Hardy). Un repaso posterior hace notar que, si bien aquellos factores aún tienen peso, acaban aplacados por su enorme potencia cinematográfica, tanto física como emocional.

Todos en Warrior combaten, algunos dentro del octágono, todos fuera de él. Hardy y Joel Edgerton, ambos con un muy buen 2011 y con grandes proyectos para este 2012, dan lo mejor de sí en cada pelea, a tal punto de que no se sabe qué es mejor, si la facilidad con que el primero resuelve sus enfrentamientos o todo el corazón, toda la sangre y el sudor que el segundo debe dejar para probarse como un gran luchador. Quien da una de las mejores batallas de sus últimos y opacos años es Nick Nolte, en una desgarradora interpretación de un alcohólico en rehabilitación, incapaz de congraciarse con sus hijos tras años de ser un padre negligente. Los tres son a su manera el «guerrero» que da título a la película, ya sea que peleen por un futuro que reemplace un pasado de malos recuerdos, por una familia en problemas financieros o simplemente por redención. Queda claro entonces que Gavin O’Connor sabe de familias irlandesas descompuestas, ya lo había demostrado, con inferior resultado, en Pride and Glory.

Una vez destacado que la veta dramática está bien explotada, cabe señalar que hay un extenso trabajo en torno a la razón de ser del film: las artes marciales mixtas. Habrá así combates apasionantes y gloriosos nocauts, peleas limpias pero no estilizadas, así como también una interminable gama de sumisiones que se despliegan para deleite del espectador más crítico, que palpita cada secuencia al borde del asiento.

En solo cuestión de meses tuvimos a Real Steel haciendo lo suyo con el boxeo, a la mejor película de baseball en Moneyball, y ahora a Warrior. Se puede cerrar al 2011 como un gran año para el cine y el deporte.

8 puntos

 

 

 

 

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