La nueva trilogía de El Planeta de los Simios llega a su fin con su último capítulo, War for the Planet of the Apes, un film que siendo quizás levemente más flojo que sus antecesores todavía mantiene el alto nivel de calidad que supo entregar el director Matt Reeves en relación con cualquier otro producto promedio del mercado norteamericano. El caso fue que este trío de películas no fue una mera reposición de lo que se vio años atrás en la pentalogía inicial, por el contrario, fue una reinterpretación respecto a cómo se encuentra el futuro de la raza humana, la ética tecnológica, su manía racial y xenofobia.
Esta última entrega termina de legitimar lo que las dos precuelas planteaban: que el hombre será su propio aniquilador. La mesa no está servida ni las fichas dispuestas a moverse, sino que Reeves inserta al espectador en el medio de la guerra, una descarnada lucha entre simios y humanos, quienes a la vez reciben la ayuda de simios traidores a César, mostrando una vez más la obsesión descontrolada de la humanidad por su propia supervivencia.
En una pespectiva general, la saga nunca dejó de seguir la progresiva conversión del simio en un ser humano, aunque quizás mejor que este, mientras por el otro lado vemos transformarse a los humanos en la más pura expresión de la irracionalidad infundida por el miedo de ser dominado. Desde el primer momento, la percepción de la aniquilación da más lugar a una guerrilla sucia entre dos ejércitos que a un despliegue de batallas majestuosas entre un animal y un hombre. Aquí es donde aparece César, el gran protagonista de la trilogía, para erguirse como el ser más racional de ese mundo, el héroe que llevará a la liberación a su raza pero que a la vez sufre. El film virará de forma magistral el camino de Cesar -con una marcada influencia por parte de Apocalypse Now (1979)-, para vengarse del hombre que asesinó a su familia y que encarna los ideales más radicales y paranoicos de la supervivencia humana: el Coronel interpretado por Woody Harrelson.
Dentro de un conjunto de acciones forzadamente articuladas para accionar la trama, Reeves realiza un estupendo trabajo con el personaje de César, al dotarlo de la racionalidad necesaria para nivelarlo intelectualmente con el ser humano, pero también para volverlo aún mejor en las decisiones que toma en pos de salvar a su raza y desinteresarse de una guerra que solo acarrea dolor. Muestra más que explícita con la aparición de la niña humana Nova -guiño a El planeta de los simios (1968)-, quién César toma a su cargo.
Debe dedicarse un párrafo aparte no solo al sublime trabajo técnico sino también a la interpretación magistral de Andy Serkis, quién vuelve una vez más a ponerse en el rol del simio, para demostrar que no es solo el mejor actor en llevar un traje digital sino también que es un genial intérprete en lo que seguramente sea la mejor labor de su carrera.
De esta forma se da por finalizada la nueva trilogía de El Planeta de los Simios, y ha dejado en claro que un reboot puede llegar a enseñar una calidad e inteligencia destacable a la hora de construir personajes, una historia y un concepto. La crudeza con la que Matt Reeves conformó este tríptico deja más que claros nuestros terrores como raza humana y lo que somos capaces de hacer por el culto a la «raza».
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