Crítica de Vox Lux: el precio de la fama

Una cantante de pop consigue hacerse famosa gracias a unas extrañas e insospechadas circunstancias. Su carrera musical nació de las cenizas de una importante tragedia nacional y poco después se convirtió en una gran estrella de forma inesperada, pero… ¿a qué precio?

Una masacre escolar en 1999, el mismo año de la fatídica y recordada tragedia de Columbine, traza los primeros brutales momentos de Vox Lux. Alto, eso no es cierto. Antes tenemos un pretencioso prólogo con voz en off cortesía de Willem Dafoe, que nos cuenta los orígenes de las hermanas en el epicentro de la historia. El génesis de ellas, en particular de la joven Celeste (Raffey Cassidy), da lugar a la matanza estudiantil que pone en marcha el ascenso de una estrella pop desde un lugar oscurísimo de lo que hoy en día es algo morbosamente cotidiano en las noticias. Un acto terrorista dio paso a una carrera en la música, hecho que volverá a hacerse presente en la tumultuosa carrera de Celeste cuando presente su nuevo material, en medio de una ola mediática y tras conocerse un nuevo ataque terrorista que usa su imagen e iconografía para perpetuar su caos. Es una intersección interesante la que marca el actor devenido en laureado director Brady Corbet, pero cuyas intenciones se quedan al borde de la nada tras una cuestionable cinta que tiene problemas en proyectar su tesis al espectador.

Decir que la película le pertenece completamente a Natalie Portman sería erróneo, pero es la piedra fundamental sobre la cual se posa el film y, sobre todo, su punto de venta. En todos los pósters y material promocional de la película se encuentra la figura de la megaestrella, pero hay que confesar que sólo aparece a mitad de la misma, cuando Celeste crece y se convierte en la típica cantante pop mimada y acosada por la prensa por su vida privada. Luego del intenso prólogo y unos hermosos títulos de crédito que ruedan al unísono mientras la jovencita es asistida en una ambulancia de camino al hospital, luego del tiroteo, el arco narrativo le pertenece a Cassidy. Es con ella que seguimos de cerca la manera en la cual Celeste encara el haber sobrevivido a la masacre, y la conexión cercana e íntima con su hermana Eleanor (Stacy Martin). La aparición de un manager (Jude Law) y una publicista (Jennifer Ehle) en la vida de las hermanas las empujan hacia la fama inesperada, con resultados aciagos para ambas.

Mucho se ha comentado la madurez de Corbet en la silla del director, rasgo que se nota a la legua en la manera en la que cuenta este particular retrato del siglo XXI, subtítulo que acompaña al título oficial. Se notan ecos de Lars Von Trier aquí y allá, mas que nada en la manera en la cual la grandiosidad de la historia termina engullendo los aciertos del director, como por ejemplo el narrador de Dafoe, un elemento del cual el film no abusa pero en el que se apoya constantemente cuando no puede transmitir con imágenes o sentimientos el mensaje primordial de la historia. Cassidy conduce con mucha habilidad la primera mitad del film, pero es su doble tarea como la joven Celeste y luego como su hija adolescente Albertine lo que realmente le otorga justificados laureles, junto a la fuerza de la naturaleza que es la interpretación de Portman. Natalie se devora las escenas desde el momento en que aparece, y encastra de forma fascinante las piezas desparramadas de la vida de la odiosa estrella. Es el momento que como espectadores estábamos esperando, y la oscarizada actriz no decepciona, en lo que es una secuela espiritual de su galardonada actuación en la maravillosa Black Swan.

Y si bien tenemos una gran actuación (corrijamos, dos, en Natalie y Raffey), Vox Lux termina decepcionando al no encontrar nunca su norte. Si bien tiene un gran punto que cierra el círculo con el cual comienza la historia (el terrorismo engendra el estrellato de Celeste, que a su vez inspira un nuevo acto terrorista 17 años después) el resto es un viaje por los caprichos de una figura mediática que, de no ser por la potencia actoral, sería un episodio de The E! True Hollywood Story, pero con estilizado pulso cinemático. Incluso sus escenas finales, cuando Celeste explota todo su carisma en el escenario (con repertorio de canciones proporcionado por la máquina de hits que es Sia Furler), no terminan de convencer, por más que es un gran espectáculo en el cual Portman demuestra la triple amenaza que es frente a las cámaras.

Vox Lux prometía ser un tour de force con Natalie Portman al frente. Ella lo da absolutamente todo y es inspirador lo que hace en todas y cada una de sus escenas, pero el resto se desarma con las ínfulas inflamatorias que pretende inspirar la historia, al mezclar tópicos de actualidad y no hacer pie en las turbulentas aguas en las que se sumerge.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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