Crítica de Viene de noche

A salvo dentro de una casa aislada de una amenaza sobrenatural que acecha al mundo, un hombre ha establecido un arduo orden doméstico con su esposa e hijo, pero pronto será puesto a prueba cuando una joven familia llegue desesperada buscando refugio.

Dar con filmes que decidan abocarse a la puesta en escena y dejar en segundo lugar a la trama hoy en día puede considerarse una actividad con rasgos utópicos. En el género del terror y suspenso no existiría a priori esta forma de relato, exceptuando la superlativa The Witch ,que llegó a las carteleras con éxito y repercusión comercial y crítica. Producida por A24 – cuyos proyectos suelen expresar una forma estética distante de las grandes casas comerciales – y dirigida y guionada por Trey Edward Shults, It Comes at Night es uno de éstas películas donde lo que sucede es menos importante que el cómo.

Una familia se encuentra refinada en una gran casa boscosa, algo sucede en el exterior, cuando necesitan moverse por el bosque lo hacen con suma precaución y miedo. No es necesario saber nada más porque no se explicará, y a partir de allí la puesta en escena de Shults es lo que mantiene al espectador expectante, intranquilo y sin lugar para distenderse, la ambigüedad que baña el relato es muestra suficiente de no poder confiar ni en los sueños.

La obra traza su recorrido constante por un límite que le permite jugar con ese nerviosismo que parece llevar a una resolución pero que a último momento se evita. Los personajes se mueven en los anticlímax producto de su miedo tanto por hacer algo con su situación como por las repercusiones que podrían provocar y destruir ese delicado equilibrio en el cual se encuentran.

El film carece de curva dramática pronunciada, el desasosiego que esto provoca se ve apoyado en el trabajo de una cámara estática y de movimientos desacelerados que evitan entregar planos esclarecedores; el sonido, por otra parte, indica aquello que la cámara no, aún así, su mezcla alterna realismo e incoherencia, aquello que se oye no llega a corresponder con lo visto, en vistas de esto es que la tensión llega a puntos exageradamente maniqueístas por momentos denunciados en las escenas largas.

Joel Edgerton da vida a un abnegado y brutal padre que solo desea proteger a su familia, pero en este camino de supuesta transformación que produce la llegada de esta nueva familia, el actor hábilmente da cuenta de la permanente desconfianza en el entorno que los mantiene confinados. Ni siquiera la casa puede llegar a ser su lugar de relativa seguridad.

It Comes at Night, da lugar a la imaginación, no subestima al espectador que sabe que puede aferrarse a su butaca sin necesidad de conocer lo que sucede. La información necesaria es aquella que entrega la ambientanción y el discurrir de estos personajes enfermizos y paranoicos. En esto radica lo más elogiable de la obra, dejar las respuestas y el final a merced del espectador.

 

 

 

 

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Matías Carballa

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