El drama se centra en el llamado \"Rathergate\", creado cuando el reportero Dan Rather dio a conocer la noticia de que el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, se ausentó sin permiso de la Guardia Nacional durante un año en el marco de la Guerra de Vietnam, información que se conoció en el programa 60 Minutos poco antes de las elecciones del 2004.
Es inevitable hablar de Truth, un drama sobre la labor periodística, y no hacer referencia a Spotlight, la excelente película de Tom McCarthy que se llevó el Premio Oscar en la última entrega. Hay grandes diferencias entre una y otra, desde el caso abordado al formato para el que la investigación se pensó, sin contar que entre el resultado final de ambas hay un abismo. Inmensidad que se extiende desde lo fílmico a lo informativo, en primer término porque objetivamente una producción es superior a la otra –más allá del tópico trabajado-, sino por sobre todo porque una se centró en el triunfo de los reporteros por sobre una organización que cubrió por años los delitos más atroces, mientras que la otra se enfoca en uno de los fracasos más rotundos de la profesión.
El guionista James Vanderbilt (The Amazing Spider-Man, White House Down) hace su debut como realizador con esta historia, que transcurre en un lapso de pocos meses previo a las elecciones norteamericanas del 2004. Uno de los mayores logros laborales del escritor a la fecha sin duda es Zodiac, de David Fincher, otro film de visionado obligatorio acerca de lo que es el trabajo de un periodista. En esta oportunidad, sin embargo, las apuestas son realmente bajas. El film se centra en un escándalo periodístico antes de los comicios de hace 12 años –en los que, como se sabe, George W. Bush fue electo para un segundo mandato-, el cual implicaba la posibilidad de que el presidente se hubiera ausentado sin permiso de la Guardia Nacional durante la Guerra de Vietnam. Los tiempos políticos sin duda pueden haber incrementado la pasión por el tema hace más de una década –la cual ha estado marcada por films sobre las Torres Gemelas o la guerra de Irak-, sin embargo hoy en día esto es un asunto inofensivo.
Vanderbilt ensambla a un grupo de talentosas figuras para liderar su elenco. Cate Blanchett –siempre un lujo-, Robert Redford y Dennis Quaid son los veteranos de un equipo periodístico que se completa con Topher Grace y una desperdiciada Elisabeth Moss. Otros secundarios de primera como Bruce Greenwood, Stacy Keach o Dermot Mulroney terminan de dar peso y entidad a una formación ganadora. Y sin embargo el tema es tan inocuo que ninguno, a excepción de la dos veces ganadora del Premio de la Academia, tiene la oportunidad de lucirse realmente. En la persecución de la noticia, todos se exponen. Pero solo para ella se muestran las reales implicancias del caso: la persecución corporativa, el odio de los republicanos, la falta de estabilidad laboral, los conflictos familiares y, por sobre todas las cosas, la pérdida instantánea de un prestigio que llevó años construir.
Desde el primer momento se presentan las credenciales de Mapes y de Dan Rather, un periodista estrella que cubrió el asesinato de John F. Kennedy, el movimiento por los Derechos Civiles o la Guerra de Vietnam, entre otros acontecimientos históricos, al que los eventos de Truth le costaron su carrera. Vanderbilt trata de instalar esta idea de héroes solitarios en la búsqueda de la verdad, sin embargo cae preso de aquello mismo que pretende criticar. El punto que trata de subrayar una y otra vez es que el público dejó de interesarse por si la historia era real o no, concentrándose en la veracidad de unos documentos que terminaron de encauzar la investigación. Pero lo que termina reforzando es que, en el apuro por llegar a la fecha límite de emisión -una diferencia fundamental con otro tipo de trabajo, como el del equipo Spotlight-, la productora y el celebrado periodista cometieron gruesos errores de criterio.
Vanderbilt genera confusión cuando quiere pintar a sus periodistas como paladines de la verdad enfrentados a una teoría conspirativa, expuesta en una forma descuidada y azarosa por parte del personaje de Topher Grace. Pero lo cierto es que queda establecido que, más allá del chequeo de fuentes, se ignoraron las advertencias de que lo publicado era de origen dudoso. Y el hecho de que la principal fuente del guión sea un libro escrito por la propia Mapes, lleva a consolidar una clara toma de postura parcial, en la que solo se escucha una versión de los hechos. Y eso fue precisamente lo que generó la caída en desgracia de Rather y su productora.
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