El estudio Illumination Entertainment se ha convertido de la noche a la mañana en una fuerza a seguir de cerca en lo que se refiere a animación computada. A base de un puñado de películas -seis incluyendo a la que nos compete, The Secret Life of Pets– y los ya míticos Minions, la compañía le sigue robando el rayo a Disney y Pixar en todo momento posible. Los sobrios costes de producción en comparación con gigantes animados y sus adorables personajes que tocan una fibra sensible en la platea resultan en un combo demoledor, que esta vez se ocupa de seguir la vida de las mascotas domésticas cuando los dueños no están en sus casas. Y la propuesta, con sus hilarantes avances, prometía más en papel que lo que en verdad resulta.
Lo que comienza con un brillante prólogo presentando a una manada de simpáticos y divertidos personajes, cada uno con su cualidad en especial, termina desembocando en la usual trama de dos personajes dispares buscando el camino de regreso a casa. Es un marco narrativo muy mañido que se ha utilizado una y otra vez -a Pixar le encanta, por ejemplo- pero con el aderezo de que los protagonistas son mascotas en apariencia tiernas, que presentan su costado más auténtico cuando quedan entre pares, lejos de la ausente mirada de sus dueños. Por ese costado la película pierde autenticidad y los adultos presentes lo notarán enseguida, cosa que seguro los pequeños pasarán por alto.
Con esto no quiero decir que The Secret Life of Pets sea un producto mediocre. Tiene un fantástico equipo de animación por detrás y un elenco de voces estupendas, que lamentablemente en los países donde se estrene doblada al español neutro se perderán. Latinoamérica tiene el aditivo de presentar voces dobladas de artistas cómicos de todos los países, siendo el representante local el humorista Campi, que le da la voz nativa al gigante Duke. Y eso puede generar un problema. El doblaje neutro está tan insertado en la sociedad que escuchar al perro con tonada porteña sacará a más de uno de su eje. Resulta muy chocante escucharlo hablar con modismos y puede ser una gran desventaja a la hora de encarar el visionado de la película. Con el transcurrir del tiempo el efecto pierde eficacia, pero no deja de ser una curiosa estrategia del director de doblaje, que permitió que la voz de Duke llegue con ese detalle.
Es gratificante ver que el estudio puede hacer algo más que llenarle la mente de Minions a su público -amén del corto con los muchachitos amarillos que precede a la película-, pero por el otro lado The Secret Life of Pets es una historia demasiado convencional para recordarla mas allá de sus adorables personajes y sus diferentes tics. Es muy entretenida, con pasajes brillantes y hasta un momento muy lacrimógeno en el final muy bien musicalizado, pero es difícil que quede en el recuerdo por mucho tiempo una vez terminada.
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