Es imposible hablar de The Interview sin hacer algún tipo de referencia a todo lo que la rodeó en la previa a su estreno. El hackeo a Sony y la amenaza terrorista en caso de que se la exhibiera –Corea del Norte como responsable de ambas-, los cines que decidieron sacarla de cartelera antes del debut, el estudio que eventualmente optó por retirarla previo a su lanzamiento, el Gobierno de Estados Unidos y el FBI que se involucraron en el asunto, idas y vueltas en torno a si vería o no la luz. Todo el contexto generó que una comedia quizás intrascendente se volviera una cuestión de importancia nacional.
El film es más relevante por el suceso histórico que generó que por sus cualidades cinematográficas, uno interpelado por la coyuntura y que quizás en ese sentido sea considerado menor, a la luz de todo lo que ocurrió. Una nación que intenta impedir que se difunda, otra que necesita que se la conozca para así mantener sus ideales de libertad, no hay mayor logro para The Interview que este. Es una suerte de profecía argumental que se cumplió, dos héroes improbables que se dirigen a la reclusiva Norcorea para matar a su líder es algo que se considera absurdo, no así que su propia película sea el eje de disputa entre dos estados con poder nuclear. Más allá de los sueños más alocados. Suficiente contexto, es hora de hablar del film en sí.
Después de haber entregado This is the End y convertirla en una de las comedias más exitosas del 2013, Seth Rogen y Evan Goldberg tenían luz verde en Sony para encarar lo que quisieran y vaya si lo hicieron. Es impactante el nivel de producción del que se dispone, una rareza en una comedia que no se ve prácticamente desde Tropic Thunder. A la dupla se le permitió jugar, divertirse, se podía anticipar que habría algún tipo de revuelo alrededor del contenido de su película pero no la desproporcionada exageración en la que se vio envuelta, que por efecto contagio implicó que New Regency cancelara el próximo film de Gore Verbinski, titulado Pyongyang.
The Interview es un paso más de Rogen para consagrarse como una de las figuras más importantes de la comedia americana actual. Ese tipo de cine que pone a la amistad por sobre todas las cosas, el gran tópico del humor moderno, es uno que tiene al director en el centro. Junto a él está James Franco, con quien celebra su bromance en cada oportunidad que tiene delante de cámaras. Ya desde Superbad el guionista demostraba que lo importante no era lo que los protagonistas querían lograr, sino la evolución y perdurabilidad de su vínculo. Su nueva comedia mantiene esa hermandad entre Dave Skylark y Aaron, no obstante pasa a un segundo plano cuando es la entrevista lo que realmente importa.
Hay una certeza en torno a The Interview y es que no se explotó todo el potencial que se tenía a disposición. No es a un nivel como A Million Ways to Die in the West o Sex Tape, los peores ejemplos de este 2014 de cómo desaprovechar una buena premisa y todos los recursos de los estudios, pero sí genera la impresión de que se pudo haber hecho más. El escritor Dan Sterling opta por un humor más básico que contrasta con la elaborada producción y su absurdamente ambiciosa premisa. Insinuaciones sexuales, chistes escatológicos, referencias a celebridades, mientras que de movida se apuntó bien alto con lo que se quería hacer –y de hecho se les dio la oportunidad de hacerlo- a la hora del guión se dejaron las pretensiones de lado y se prefirió mantener la comodidad en el nivel más bajo del espectro cómico.
El hiperactivo James Franco, tan necesitado de confirmarse como artista multitalentoso que trabaja en 20 proyectos a la vez en todas las tareas, no ofrece una actuación en piloto automático sino que es el corazón de The Interview. En perpetuo estado de excitación por la vida que lleva, goza de cada minuto que tiene en pantalla y su cuerpo muestra espasmos de felicidad. Rogen es Rogen. Y Randall Park da su salto a la fama como el dictador norcoreano, con una interpretación que es oscura o festiva cuando se lo necesita y siempre el film es mejor que cuando se lo ve en pleno disfrute junto a Dave.
Una Loca Entrevista por momentos quiere tomar una postura y eso no le sienta, no hay lugar para el aleccionamiento o la corrección política en una película que por definición debe ser incorrecta. Sin embargo no es ese el motivo por el que no trasciende, sino por su falta de ambición a la hora de encontrar la comedia. ¿Es absoluta pereza o humor autoreferencial el hecho de que para el final se utilice el mismo recurso cómico que en This is the End? Quizás un poco de ambas, de todas formas no es algo que funcione. Las constantes menciones a El Señor de los Anillos, al famoso de turno –Matthew McConaughey, Miley Cyrus, Nicky Minaj-, los sexual innuendos que un personaje celebra de forma explícita, el sentido del humor es limitado y nunca termina de explotar.
Rogen y Goldberg quisieron hacer una comedia que tuviera la producción seria de un film bélico o de acción y lo logran, no obstante el chiste recurrente acaba por mostrarse corto. Nos mostraron el caramelito o nos endulzaron, un término al que se hace referencia en forma frecuente durante la película como «The Honey Pot» (El Frasco de Miel). Se mostraron avances sumamente divertidos –algunos que incluyen casi todos los chistes de la película-, una puesta en escena notable y estalló un conflicto internacional que sacó al film de todo tipo de proporción. Tras 112 minutos, se muestra como una película más, una comedia en ocasiones ingeniosa pero limitada en mayor medida. Y todo lo que se generó a su alrededor –incluso puso en tablas la cuestión del lanzamiento de grandes estrenos en formato VOD- es su máximo logro posible.
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