The Highwaymen sigue la historia no contada de los legendarios detectives que derribaron a Bonnie y Clyde.
Bonnie y Clyde son de los muchos emblemas que el crimen americano ha tenido a lo largo de su revolucionaria historia. Y como todo buen icono de la violencia, el cine se ha interesado en ellos; así como Jesse James fue inmortalizado en un western crepuscular o, por ejemplo, Charles Manson está próximo a hacer doble partida bajo las órdenes de Quentin Tarantino y David Fincher. Sin embargo, The Highwaymen elige fijar su lente no en la infame pareja, sino en la dupla que se embarcó a la incansable cacería para abatirlos, pese a hacerlo en un tiempo que no les reconocía y con la ayuda de sus obsoletos métodos de la vieja escuela.
A lo largo de su carrera, el realizador John Lee Hancock se ha caracterizado, más no destacado, por un estilo solemne a la hora de dirigir su cine. Suele hacer el tipo de película que pasa por festivales y se recibe con tibieza, se alaba a sus actuaciones principales y, al final, consigue sólidos números en taquilla; o al menos así ha sido con sus anteriores tres estrenos. Por tanto, esperar de The Highwaymen una crónica sobre la persecución pasional de dos hombres tras los horrores del gatillo fácil era, como mínimo, una expectativa razonable. Aún más se consagró el interés al conocer que dicho tándem sería uno conformado por los siempre efectivos Kevin Costner y Woody Harrelson, destinados a compartir una memorable química en pantalla, como esas que tanto triunfan en los policiales.
Desafortunadamente, los problemas inician desde su primera escena. No hay mejor manera de abrir un relato que mostrando uno de los tantos crímenes de la popular pareja; en este caso, una fuga de prisioneros organizada por ellos mismos. Se plantea la tensión, la fotografía de John Schwartzman –un recurrente de Hancock- regala sus bellas imágenes y, al momento de ejecutar el plan, el caos. No se trata de una confusión deliberada, sino de una escena que avanza a agresivos tropezones, sin importar que su sentido del ritmo se pierda entre los incesantes cambios de cámara. Aún así, esa es la última vez que se puede apreciar un ritmo acelerado pues, tras una breve reunión que introduce cierta carga política al film, el guion pisa el freno y pasa al añejo protagonista, Frank Hamer (Costner), quien más tarde se reunirá con el ranger veterano, Maney Gault (Harrelson).
Y así, una búsqueda que debería estar marcada por la intriga se convierte en un drama totalmente abocado a sus protagonistas, quienes no titubean en soltar un monólogo sobre sus motivaciones e ideas, todos perfectamente actuados por sus talentosos intérpretes. Pero, entre pista y descubrimiento, pasando por los choques con «el moderno FBI» y hasta una persecución con un Costner a toda velocidad, el ritmo de la película se siente distendido e innecesariamente alargado, lo que conduce a un estrepitoso derrumbamiento cuando se elige apostar aún más por la incesante exposición, convirtiendo a vitales anécdotas en un simple juego de duras miradas. Después de todo, son hombres mayores y, por tanto, la historia se siente contada por uno.
The Highwaymen puede tener un modélico diseño de producción -los años ’30 están brillantemente recreados-, un potente elenco que lo da todo y, también, la ambición de dar un giro a la historia de los famosos fugitivos; pero en nada queda contra una narración discreta y, finalmente, poco memorable. Historias sobre agentes de la ley enfrentándose al cambio de los tiempos las ha habido mejores –No Country For Old Men es un buen ejemplo-, e inclusive dentro del mismo catálogo de Netflix hay mejores propuestas que la de John Lee Hancock y sus cenizos hombres de la carretera.
[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]
Lo nuevo de Michael Mann retrata al creador de la mítica escudería.
Paul Giamatti protagoniza una de las serias candidatas al Oscar.
Sydney Sweeney y Glen Powell se juntan para intentar revivir las comedias románticas.
Hollywood se prepara para celebrar a lo mejor del año pasado.