En un futuro distópico, una doctora y una maestra deben embarcarse en un peligroso viaje de supervivencia acompañadas por una jovencita especial llamada Melanie.
Historias de zombies nos llegan todos los días, meses y años, en oleadas de diferente calidad. ¿Qué hace que The Girl with All the Gifts se destaque por sobre la media? Es, en buena medida, la precisión con la que la esta se va desarrollando, pero la verdadera razón se encuentra en la protagonista que titula a la película en los países latinoamericanos.
Personalmente, adoro todo proyecto que comienza y tiene al espectador en vilo. Desde el primer minuto se sigue la rutina de Melanie -asombroso debut de Sennia Nanua-, una adorable jovencita que esconde unas fotografías de gatos para, acto seguido, ver invadida su celda por unos temerosos soldados que la aseguran a una silla de ruedas. La ruda dedicación que tienen contrasta de manera severa con la radiante predisposición que esboza la pequeña prisionera, y pronto descubrimos que no es la única. Un salón repleto de chicos vestidos de naranja y atados a sus sillas concurre al dictado de la clase más extraña de todas, a cargo de la adorable señorita Justineau (Gemma Arterton). ¿Qué demonios ocurre en este búnker? Hay muchos interrogantes, pero no tardarán en ser contestados.
La primera media hora establece este nuevo orden mundial a su ritmo. Hay hordas de no-muertos llamados Hambrientos -veloces y voraces al estilo británico de la plaga que impuso la excelente 28 Days Later-, que han diezmado a la sociedad que conocemos. Hay un virus, la cepa de un hongo, que los ha transformado, pero la nueva generación ha retenido de alguna manera su humanidad. Melanie y sus compañeros apenas pueden contener su hambre de carne humana, pero son mentes brillantes, estrictamente vigilados bajo el régimen de la fría doctora Caldwell (Glenn Close). La frágil estabilidad del campamento se ve truncada por el enésimo ataque zombie y un pequeño grupo logra escapar por los pelos, quedando a la deriva e iniciando una truculenta travesía por su supervivencia. A muchos les resultará familiar este concepto, a medio camino entre el muerto vivo humanizado de George A. Romero’s Day of the Dead y el reciente y aclamado videojuego The Last of Us. Pero las comparaciones se acaban ahí, porque el film elige jugar sus fichas de otra manera.
Sí, se que suena trillado, pero un par de detalles son claves para marcar la diferencia. Su guionista, M.R. Carey, escribió el guión coincidentemente con la escritura de la novela -es la primera vez que escucho una cosa similar-, donde trata tópicos como la eterna disyuntiva entre lo que nos hace humanos y lo que nos convierte en monstruos, los lazos afectivos mas no sanguíneos que se crean entre personas, la guerra sin cuartel entre naturaleza versus crianza, todo con un mundo apocalíptico de fondo. A veces la historia cae en recovecos simplistas y obvios, como los mitos griegos que comparten maestra y alumna que tienen un impacto en el mensaje final, pero en la escala general de las cosas plantea temas interesantes y absorbentes que no tienen un final resolutivo, como el experimento del gato de Schrödinger que le enseña Caldwell a Melanie para probar su avanzado raciocinio.
La dirección de Colm McCarthy, encargado mayormente de productos televisivos británicos -hasta dirigió un episodio de Sherlock y el próximo piloto de la serie Krypton– sigue puntillosamente el guión para proponer un debate ético, pero al mismo tiempo deleita con una buena película de zombies. Hay momentos sangrientos, escapes a pura tensión y, vamos, tiene a la nominada al Oscar Glenn Close matando criaturas no muertas. ¿Qué otro director se puede jactar de conseguir eso? Gemma Arterton tiene grandes momentos junto a la otra como el polo opuesto de su personaje, una maestra sensible que protege a Melanie a toda costa y aporta el costado vulnerable. Pero definitivamente la dueña de The Girl… es Sennia Nanua con su apabullante interpretación de la niña, una pequeña que no conoce otro mundo más que este oscuro presente que le toca vivir y lo encara con sentida curiosidad y un temple que a muchos de los soldados que la rodean les gustaría tener. Todo comienza y termina en ella, e incluso cuando el guión la empuja a lugares y decisiones muy oscuras, no quita que sea un debut por demás promisorio. Y si le agregamos a todo el conjunto las melancólicas melodías del compositor Cristobal Tapia de Veer tenemos un combo ganador.
The Girl with All the Gifts se metió de lleno en un subgénero totalmente gastado, y aún así le encontró un par de arrugas al traje tan usado de los muertos para construir un relato coherente, violento y emotivo, todo al unísono. Asusta, enternece, desespera y da esperanzas al mismo tiempo. Es un cóctel preparado y listo para ser arrojado hacia la platea incauta.
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