Si bien estamos ante una propuesta que va perdiendo eficacia a lo largo del desarrollo, son varias las virtudes que la hacen merecedora de atención.
¿De qué va? Una asesina serial escapa de un neuropsiquiátrico para ir tras la única víctima que logró huir de ella.
Varios de los comentarios que pueden encontrarse de The Girl Who Got Away, los que se suman a la casi ignota notoriedad de la película en plataformas de streaming convencionales -únicamente surge en el catálogo de MUBI– pueden concluir de manera previa al rechazo total de la propuesta. Sin embargo, amén de que el film esté lejos de brillar, termina por resultar mucho más aceptable de lo que auguraba.
La historia comienza con una eficiente secuencia en la que un hombre junto con su pequeño hijo conduce su camioneta a través de una ruta de Masena en medio de la noche. En uno de los momentos más aterradores de la obra, la dupla en cuestión encuentra a una siniestra asesina llamada Elizabeth Caulfield (Kaye Tuckerman) y a Christina, una pequeña niña que trata escapar de ella.
20 años más tarde, Christina (Lexi Johnson) rehace su vida. Aunque continúa viviendo en la ciudad de sus pesadillas, trabaja como maestra y se encuentra tratando de adoptar a Lisa (Willow McCarthy), una adolescente con un pasado turbulento y en el que ella se ve reflejada. Lo que para Christina parecería ser un nuevo comienzo, cambia abruptamente cuando es advertida por un Oficial de la Departamento del Sheriff que Caulfield escapó y, probablemente, vaya tras ella nuevamente.
Mayoritariamente, The Girl Who Got Away alterna su desarrollo entre la investigación policial y el atribulado presente de Christina tras el resurgimiento de antiguos traumas relacionados a su secuestro.
Bajo esos parámetros, la película dirigida por Michael Morrissey encuentra su zona de confort en el thriller, aunque también busca aproximarse en varios momentos al terror desde la construcción de perturbadores climas que suelen funcionar, principalmente, durante la primera mitad de la obra. Posteriormente, los giros de trama comienzan a ser un tanto invasivos y trillados, lo que apareja que las logradas atmósferas construidas con anterioridad comiencen a disiparse detrás de resoluciones que buscan demasiado más protagonismo que el conflicto en sí.
Puede advertirse la influencia de Halloween, principalmente en la desquiciada pero frívola construcción de la macabra Caulfield, y algunas similitudes con Hold the Dark, film original de Netflix, especialmente en lo que respecta al detenido desarrollo con el que transcurre la acción y la injerencia del contexto geográfico en el conflicto -aquí no tienen preponderancia las condiciones climáticas, pero sí los contrastes estructurales en relación a las grandes urbes-.
Es probable que haya espectadores que se rehúsen a aceptar los puntos de giros propuestos y los huecos argumentales que derivan de ellos, pero exceptuando estos puntos -y ciertos diálogos casi reciclados de algún otro guion-, The Girl Who Got Away logra incomodar con varios climas asfixiantes y apartarse de las fórmulas del cine mainstream, y aunque ello no le alcance para distinguirse con creces le permite brindar un entretenimiento tolerable.
[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]
Lo nuevo de Michael Mann retrata al creador de la mítica escudería.
Paul Giamatti protagoniza una de las serias candidatas al Oscar.
Sydney Sweeney y Glen Powell se juntan para intentar revivir las comedias románticas.
Hollywood se prepara para celebrar a lo mejor del año pasado.