¿Se acuerdan de la imagen de Trump pateando mexicanos estereotipados en una de sus campañas? Bueno, ahora imagínenselo con una mascara fantasmagórica y una M4 en la espalda. Decir que esto es una síntesis de la bajada de línea que busca hacer la quinta entrega de esta saga sería menospreciar al film. Pero, en definitiva, ¿estaría mintiendo si digo que así lo es? El tema acá es que, a pesar de que parece un dibujo animado sacado de la mente de algún blanco supremacista que busca demostrar que no lo es, este boceto funciona tan bien, que ponen a esta película entre las mejores de la franquicia. Y créanme, ya sé que no es mucho decir, pero el sentarse una hora y media a no padecer una matanza entre personajes chatos y bidimensionales es un halago.
Esta nueva purga es dirigida por el mexicano Everardo Gout (Días de gracia, Mars) y vuelve a las riendas del guion el amigo ya conocido James DeMonaco, escritor de todas las entregas anteriores, incluyendo la cancelada serie, y director de las tres primeras. No admitir que DeMonaco, con su explotada pero novedosa primicia, nos llamó la atención y nos dio una que otra alegría desde el 2013 sería una falta de respeto a nuestros sanguinarios corazones.
Desde el primer film, al observar aquel anuncio de fondo rojo y letras blancas que anunciaba la llegada de la Purga Anual nos ponía frente a un mundo impensado, pero no tan alejado. Luego, las sirenas. Aquellas sirenas estridentes pero decisivas. Mortales. A partir de acá, todo crimen, inclusive el asesinato, es legal.
Visionar este rito, una película tras otra, es lo que me hizo presenciar toda la franquicia, a pesar de que la trama, casi siempre, se diluyera en una persecución violenta que no sabe si ser de terror o de acción.
Esta vez, la atención del film no está puesta en esas sirenas que se escuchan ya conocidas, sino en lo que pasa al otro día, cuando todo vuelve a la normalidad. El paso astuto de DeMonaco es quebrar su propia ley, su propio mundo, y llevarlo más allá. ¿Qué pasa si la Purga no dura solo 12 horas? ¿Cuál es el precio?
A partir de aquí, comienza esta nueva masacre.
Siguiendo los pasos de un grupo de sobrevivientes conformado por Juan (Tenoch Huerta), Dylan (Josh Lucas), Adela (Ana de la Reguera) y compañía, somos partícipes de cómo el sueño de los Nuevos Padres Fundadores se hunde en la miseria de su propia creación. Para aquellos supremacistas nacionalistas que buscan limpiar el suelo estadounidense, la Purga no tiene horario ni lugar; la Purga es por siempre. Es así, que bajo la persecución de grupos guerrilleros disfrazados de ostentosas telas que realzan su pervertida mente, este grupo debe de dejar sus diferencias raciales y culturales y aventurarse a cruzar la frontera de México, la cual estará abierta por las próximas 6 horas. Y si, un conteo tenía que haber. Tampoco les podemos pedir mucho.
A pesar de que la trama es un mero reflejo de las anteriores, el simple hecho de contar con un director mexicano y un guionista estadounidense ya condimenta esta receta de una forma diferente. Y se nota bastante.
Lejos de hacer una bajada moral que cambie el paradigma, el conflicto subyacente entre Juan, que cruzó la frontera mexicana junto con Adela hacia Texas, y Dylan, un blanco hétero caprichoso que busca no manchar la imagen de su familia, es el hilo conductor más interesante que plantea esta entrega. Ante una Purga inminente, en la que los ciudadanos de bajos recursos, extranjeros o simplemente los pobres diablos que no tienen para defenderse caen frente a un exterminio por parte de un grupo que busca legitimar el suelo americano, los personajes de Juan y Dylan se entregan a un abrazo sobreviviente, remarcando que estos sádicos lejos están de comprender cuáles son las verdaderas raíces del aire que respiran.
“No estoy en contra de los mexicanos. Solo que nuestras culturas son diferentes, y creo que cada uno debería de quedarse en su lugar”
Con esta declaración, Dylan deja en claro su mentalidad racista e ignorante, a la que Juan responde: “Pero ahora estamos juntos”. Así, ambos comprenden que, rodeados de sangre y gritos de ayuda, uno es el otro, y el otro es uno.
¿Quién “purgó” a quién hace centenares de años? ¿Masacrar al extranjero, al otro yo, es expiarse de los pecados? ¿O es solo ignorar el hecho de que esta matanza indiscriminada es un veneno que solo terminará exterminando a un país ciego e injustificable?
De esta forma, sin recaer en que al film le sobran jump scares o que ciertos personajes manejan un amplio armamento sin siquiera cuestionarse qué es quitar una vida, The Forever Purge logra equilibrar la balanza, dando un show de acción visceral, con personajes que presentan una tridimensionalidad interesante, y situaciones que nos hacen sentir dentro de la mismísima Purga.
“Pero yo no soy la víctima ni tampoco soy monstruo, lo que pasa es que la venganza por fin tiene rostro.
Por fin yo tengo el gozo de salirme del lodo, de los días tormentosos, ahora sí me las cobro.”
Así nos cantan una de las líneas Snow Tha Product al caer los créditos en pantalla. Habiéndose teñido la pantalla de sangre revolucionaria, la letra se resignifica, comprendiendo que esta guerra expiatoria ya no trata de defenderse de los agresores, sino de convertirse en uno para sobrevivir.
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