Crítica de The Dig / La excavación

Poco antes de la Segunda Guerra, una viuda británica contrata a un arqueólogo para excavar unas misteriosas formaciones en sus tierras y hace un descubrimiento asombroso.

The Dig, Netflix

Para muchos, uno de los rituales semanales producidos por los indescriptibles tiempos que vivimos es el de seguir con interés los estrenos por streaming que, siempre con puntualidad, incrementan el monstruoso portafolio de nombres imponentes como Amazon, Disney y Netflix. No es lo ideal, y es ley que algunos de los mejores títulos se perderán entre el mar de contenido al no estar publicitados con el bombo de las destinadas a los millones de reproducciones y a los titulares sobre cifras récords -con una nota al pie que confirma la secuela-. Es esto por lo que el muy respetable arranque de año para la N roja no ha sido la excepción pues, aunque plagado de películas para recomendar como Pieces of a Woman, White Tiger y la próxima Malcolm & Marie, es inquietante -e inusitado- que todavía haya espacio para sorpresas como The Dig, el más reciente lanzamiento del servicio.

Dirigida por el ascendente y seguro que cada vez más conocido Simon Stone -esta es su tercera película-, se trata de una muy elegante adaptación de la novela homónima de 2007 escrita por John Preston, la cual narra los eventos reales detrás del descubrimiento arqueológico de una embarcación anglosajona en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente se escucha como un planteamiento que podría optar por ser frío y rutinario, muy cercano a tantísimas producciones históricas que deciden repetir eventos hasta llegar a ser una suerte de cacofonía, pero hay poco de eso en el libreto escrito por la guionista Moira Buffini. Esto porque lo que realmente le preocupa a The Dig es desenterrar a sus personajes e inmortalizarlos, hacerles justicia inclusive cuando sus acciones pueden parecer fútiles de cara a los destructivos eventos que están por iniciar.

El año es 1938, y el excavador autodidacta Basil Brown -un fantástico Ralph Fiennes– es contratado por la terrateniente viuda Edith Pretty –Carey Mulligan, en su segunda gran actuación del año- para desenterrar cualquier vestigio histórico que se encuentre en los montículos de su propiedad, ubicada en Sutton Hoo, Reino Unido. Rodeados de museos que desean obtener cualquier descubrimiento que se haga en el enorme valle, y de la opresiva idea de que la guerra está por comenzar y entonces todo será incertidumbre, la relación entre Basil y Pretty es el principal motor del relato, pues mientras que el primero es un hombre reacio, dedicado y sumamente preparado para la tarea -aunque no educado por las vías convencionales-, la señora encara una preocupante enfermedad que podría hacer de la excavación su última aventura en vida.

The Dig, Netflix

No pasan más de 20 minutos para darse cuenta del tipo de película que The Dig busca ser: un drama introspectivo que, aunque sobre el papel suena anecdótico, construye sumamente bien su discurso. Su oscilante cámara siempre busca ponerse encima, en medio o directamente girar alrededor de sus personajes, y donde Terrence Malick -cuyo estilo se ha comparado mucho con el que maneja Stone- pondría un discurso con voz en off, aquí lo que llena esos espacios de calma son conversaciones que indagan en el papel de la historia, sobre la inevitabilidad de la muerte y la posteridad, siempre con una palpable tensión romántica de fondo. Esto no significa que su propuesta minimalista le de espacio al aburrimiento, pues su impecable recreación de la época, sus sólidas actuaciones y la atención al detalle que se tiene al proceso arqueológico la llevan a ser constantemente estimulante en sus apenas dos horas de duración.

Ahondando en el reparto, el enorme Fiennes logra una vez más desaparecer en su papel, creando a un hombre callado y de caminar brusco que complementa perfectamente a la vulnerabilidad y valentía de Mulligan. Junto a ellos, la conocida Lily James demuestra una vez más que se acopla a la perfección a las producciones de época, y el resto del equipo, entre los que se destacan Ken Stott como un reconocido arqueólogo, Johnny Flynn como el primo de la señora Pretty y, sobre todo, el joven Archie Barnes como Robert Pretty, cumplen con creces. No se trata de una película que de mucho espacio a los grandes histrionismos, con lo que es admirable que haya tantas oportunidades del elenco para brillar con las sutilezas, que son las que finalmente construyen a la perfección a estos personajes.

En lo técnico, es fácil decir que The Dig es una de las películas visualmente más cautivadoras en el catálogo original de Netflix. No es solo que las composiciones musicales de Stefan Gregory funcionen a la perfección en todo momento, es que también se les acompaña de imágenes constantemente impactantes -por su belleza- gracias al enorme trabajo de fotografía de Mike Eley, que rescata lo mejor del turbio período preguerra y, además, convierte hábilmente a la bella Sutton Hoo en un personaje más.

Finalmente, The Dig -acá traducida como La Excavación– es un muy recomendable drama histórico que, aunque seguramente no será parte de la conversación en la inminente época de galardones, sí que cumple sobradamente al hacerle justicia al despliegue de talento de todos sus involucrados. Ya sea por ver a Fiennes en una de sus grandes actuaciones, por disfrutar sus impecables imágenes, o por interés en ver una historia relacionada a la Segunda Guerra que pocas veces se ha contado, la película es un nuevo y contundente acierto para la plataforma de streaming.

8 puntos

 

 

 

 

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