The BFG parece una película de aventuras familiar, que Steven Spielberg realizó en los años ’90. Es como si se hubiese perdido en el tiempo, encerrada por décadas, pero con la asombrosa tecnología actual. Alejada de los loables pero algo pesados dramas biográficos que lanzó consecutivamente –Lincoln, Bridge of Spies-, la adaptación de una de las historias menos conocidas del autor infantil Roald Dahl tiene la pureza spielbergiana que recuerda al mejor E.T., pero cuya injusta competencia con la animación en secuelas que pueblan las pantallas de cine la ha relegado a las sombras. Y mas allá de que estamos frente a un Spielberg menor, no deja de ser una causa de celebración encontrar sus películas en la cartelera.
La protagonista absoluta de esta historia es la pequeña Sophie, encarnada con frescura por Ruby Barnhill en su debut cinematográfico. Ella es una huérfana muy curiosa y llena de vitalidad, lo que le lleva una noche a cruzar miradas con un gigante que la rapta y la traslada a su guarida secreta. Este no es como los comehombres de los cuentos, sino que es mas pequeño pero, como bien reza su apodo, es grande y amigable. Spielberg vuelve a confiar en la experiencia de Mark Rylance que, con un flamante Oscar bajo su brazo, se presta a darle vida a esta creación digital por demás realista. Las primeras interacciones entre Sophie y el BFG desafían a los ojos del espectador con su combinación entre animación y personas de carne y hueso, pero eventualmente la bravura de la mano adiestrada del realizador termina de salvar ese escollo y la acción entre uno y otro terreno se deja seguir fácilmente.
La narración tiene el mismo efecto. Ciertamente hay una meseta narrativa en donde se presenta el conflicto y se desarrolla la relación entre los protagonistas -incluido ese lenguaje inventado del BFG que tiende a cansar a veces-, pero en definitiva es una gran labor de parte de la fallecida Melissa Mathison, quien trabajó con Spielberg en E.T y no escribía un guión desde 1997. Donde realmente se aleja la acción de lugares comunes es cuando a la historia se le suma una visita a la mismísima reina de Inglaterra, que tiene una de las mejores escenas de la película en el desayuno, y a partir de ahí se dirige a mejores y más extravagantes pasturas para darle lugar al tercer y satisfactorio acto.
Quizás no sea la mejor historia de Dahl, pero Spielberg la adapta con mucho gusto, y entrega secuencias fantásticas y muy coloridas, como el salto a la Tierra de los Sueños o cualquier secuencia que involucre a los gigantes, en especial esa persecución final que se vuelve de visionado imprescindible por lo que puede lograr el director en pantalla. Sumado a la sensibilidad de la dupla Barnhill + Rylance y una historia sencilla y muy vistosa, The BFG resulta un divertimento absoluto alejado de tantos peces de Disney, ardillas o animales prehistóricos en pantalla. Y con el sello del celebrado cineasta, ¿qué más que eso se puede pedir?
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