La audiencia podrá ir a un viaje dentro de la fábrica de las cigüeñas, que antes se utilizaba para entregar bebés, pero que ahora solo entrega paquetes para el comercio minorista online Cornerstone.com, del cual Hunter es el CEO. Sin embargo, las aves deberán volver a su antigua tarea cuando Junior cometa un error enorme.
La nueva apuesta de animación de Warner Bros., con Phil Lord y Chris Miller (realizadores de la exitosa The LEGO Movie) en la producción y bajo la co-dirección de una dupla tan curiosa como dispar –Nicholas Stoller (Get Him to the Greek, Neighbors) y Doug Sweetland (técnico animador en Pixar)- llega con una premisa que parte de un tema casi olvidado del imaginario popular: los bebés traídos por las cigüeñas. A partir de esto se construye un relato entretenido y enteramente dirigido a la audiencia infantil.
El film propone el punto de vista de las aves que, viendo como el acarreo de niños se convierte en algo primitivo, deben adaptarse a los nuevos tiempos y encuentran la ingeniosa labor de funcionar como un servicio postal. El relato fantástico permite que numerosas situaciones y características de ese mundo nos resulten verosímiles y de esa manera resolver los problemas de la lógica argumental, justificándose por las reglas del mundo. No por esto se priva de integrar a la historia pequeños detalles de las innovaciones tecnológicas contemporáneas, tales como los drones o los celulares. Una decisión inteligente, para generar un humor con el que el publico se identifique.
Storks no resiste a la comparación con Monsters, Inc. (2001) ya que varios conceptos son trasladados desde allí, inclusive la construcción narrativa sigue pasos casi idénticos. El guión no arriesga y sigue una fórmula que va hacia lo seguro: dos mundos opuestos, el rechazo hacia los niños, la dupla desigual, hasta un compañero de trabajo tan odioso como conspirador.
El problema es toparse con unos personajes que, por estar tan exaltados y exagerados, no logran que el espectador simpatice con ellos. No se encuentran tantos momentos en los que la comedia funcione, justamente porque al intentar de manera constante despertar la risa, estos esfuerzos evitan el respiro y descanso necesarios. Sumado a que estos personajes asumen un papel muy caricaturesco y estereotipado, sin dejar paso a un realismo que también pudiera disfrutar el espectador adulto.
Las acciones tampoco contribuyen al lucimiento de estos, que se mueven en un caos tan injustificado como la resolución. No por ser un relato fantástico tiene porqué perder verosimilitud. Se muestra bastante de forma explícita que las situaciones están demasiado forzadas. Todo esto inevitablemente redunda en un desenlace acorde al público pequeño, lo cual no hay que olvidar.
Aun siendo un relato imaginario e infantil, existe una elección pertinente a la hora de adaptarlo a un momento de la historia en que los chicos no son tan inocentes y sí más exquisitos a la hora de elegir. Ese es el logro más importante de Storks.
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