Blancanieves es la única mujer que supera en belleza a la malvada reina, quien está decidida a destruirla a toda costa. La pérfida soberana ignora que un cazador, cuya misión era matar a la joven, le ha enseñado a defenderse.
Con las adaptaciones a la orden del día y la vuelta al centro de la escena de los cuentos infantiles, era solo cuestión de tiempo a que alguien conectara los puntos y desarrollara la idea de las reinterpretaciones de clásicos. Y si bien estas historias de niños pueden ya tener un origen oscuro (Caperucita Roja se muere con su abuela en el original de Charles Perrault), estas nuevas versiones buscan hacer madurar a las obras de los hermanos Grimm para llevarlas a un público más adulto. Si el año pasado hubo un intento fallido de la mano de la pobre Red Riding Hood, es con Snow White and the Huntsman donde se explora el potencial que las segundas lecturas puedan ofrecer cuando están bien trabajadas. Después de todo, y por obvio que resulte, no hay que olvidar que hace menos de dos meses se estrenó otra película completamente diferente aunque basada en la misma historia.
Rupert Sanders, director de comerciales al que se le auguró buen futuro, hace su debut cinematográfico con esta adaptación, que construye sus logros a partir de una sorpresiva elusión de ciertos lugares comunes. Si bien hay puntos de contacto con la mencionada La Chica de la Capucha Roja (un villano desquiciado, un «trío» amoroso que asoma), es en sus diferencias donde reside su principal fuerza. Que en un film de sólido anclaje en el público adolescente lo romántico se haga completamente a un lado en pos del desarrollo de la aventura, hoy por hoy parece impensable y sin embargo sucede. Ese enfoque «oscuro» que se promete se encuentra en muchas oportunidades, con pasajes propios del cine de terror o escenas de una inusitada violencia. Por estos detalles es que se descubre el tono justo desde el guión, entre la solemnidad y la corrección de John Lee Hancock (The Blind Side, The Alamo) con la energía y ferocidad de Hossein Amini (Drive).
Snow White and the Huntsman ofrece también una muy buena interpretación de la gran Charlize Theron, quien entrega una reina siniestra fuera de sí. Chris Hermsworth por otro lado cumple, más allá de que parezca apoyarse demasiado en su Thor, mientras que Kristen Stewart persiste en un loop actoral que, si bien funcionó particularmente en Adventureland, hace que todos sus papeles se vean similares. A esto hay que sumar la muy buena calidad de efectos especiales, con un paisaje de cuento de hadas incluido, así como las apreciables participaciones de destacados intérpretes de estatura normal como los combativos enanitos. Si bien se hace notorio que esto supone una revitalización de la película, también es justo señalar que por momentos se infantiliza, especialmente con las intervenciones del sabio Muir (Bob Hoskins).
Con dos horas de duración que, si bien en su mayoría son fáciles de digerir, acaban por resultar algo estiradas, la primera película de Rupert Sanders supone otra verdadera sorpresa en este 2012 plagado de tanques que superan las expectativas.
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