Denis Villeneuve me voló los sesos con la eximia y oscura Prisoners, para acto seguido jugarse por la polarizante Enemy. Desde el momento que enganché con la primera, sabía que era un director a tener en cuenta. Y en Sicario las altas expectativas no fallan en contra de una película dura y muy realista, a tono con la filmografía de un canadiense que viene pisando fuerte hace rato y que con este último proyecto quizás haya encantado la atención de la próxima temporada de premios.
La guerra contra el narcotráfico es un tema candente que es retratado una y otra vez tanto en el cine como en el mercado de las series. Sin ir más lejos, el año pasado en el país hubo un boom con la novela Escobar, el patrón del mal y ahora Neftlix estrenó la serie Narcos. La droga está en todas partes y el film de Villeneuve no le escapa a esa veta, pero acercándose de una manera diferente. El punto de entrada con la trama es la idealista agente Kate Macer, que interpreta Emily Blunt con un arrojo impensado de la otrora tímida actriz, que de un tiempo a otro ha cobrado una intensidad feroz en su currículum. En una clara batalla perdida contra un escurridizo cártel de la droga, sus superiores la acercan a un grupo especial de élite dedicado a encontrar y finiquitar de una vez por todas a dicha mafia. En su afán de poner fin a la amenaza, Kate acepta, pero no sabe todavía la magnitud de los problemas que se le vienen encima.
Desde el guión del actor devenido en escritor Taylor Sheridan, el seguimiento de la historia puede parecer confuso y hasta demasiado enrevesado, pero es la idea de Villeneuve y compañía arrojar al personaje principal de Blunt en una maraña de mentiras y moralidad ambigüa, lugar donde el equipo comandado por Matt Graver -un siempre sólido Josh Brolin– y secundado por el misterioso Alejandro -brutal Benicio del Toro– se siente muy a gusto. Ya no se trata de lo que está bien y lo que está mal, sino de solucionar problemas que atraen más problemas, cueste lo que cueste, haciendo compromisos incómodos y en algunos casos haciendo la vista gorda al crimen y la muerte, de donde sea que provenga.
Sabemos ya que a Villeneuve no le tiembla la mano al filmar escenas incómodas de violencia y en Sicario no se queda atrás. La ya consabida crueldad extrema de los cárteles queda en evidencia desde la primera escena y su salvajismo se nota en cada escenario, en particular en todo el territorio de la acción que se desarrolle en México. El mote Tierra de nadie nunca le calzó mejor. Lo que se sabe también es que el canadiense tiene un pulso específico a seguir, uno que no acelera la acción sino que se regodea en ella, entregando escenarios que rebosan de tensión y que rozan el puro terror, todo aderezado con una soberbia fotografía de Roger Deakins y una aplastante banda de sonido de Jóhann Jóhannsson, dos colaboradores con los que trabajó en el pasado y que juntos son dinamita. Una gran parte de que Sicario funcione tan efectivamente como lo hace es gracias al trabajo de estos dos grandes.
Y si bien la dirección, la historia y los aspectos técnicos son por demás férreos, es el elenco el que nos transporta a la acción, y no decepcionan ni por un segundo. Blunt viene entregando papeles cada vez más aguerridos luego de su paso por la acción/ciencia ficción en Edge of Tomorrow, y en este caso es igual de arrojada pero menos aguerrida. Su Kate es una agente que ha mordido más de lo que puede masticar, y su honor y deber para con la justicia se ve fracturado por las acciones que su equipo realiza con tal de destruir al cártel. Es un personaje recio pero vulnerable al mismo tiempo, que Emily tiene la fuerza para sacar adelante. Brolin se relame las patas con un personaje en el que encaja con calzador, con una actitud relajada enfrente de tanto horror que tiene que visitar, pero los aplausos se los lleva Del Toro con Alejandro, ese misterio de persona de hablar calmado y actuar aún más calmo. Poco a poco Alejandro se va revelando como una fuerza a tener en cuenta y, al final, sus verdaderos colores salen a flote en lo que se puede considerar uno de los mejores papeles en la carrera del puertorriqueño.
Sicario una vez más muestra que Villeneuve es un director para tener en cuenta, que sabe construir una película con mucha emoción, pero también con violencia y tensión. El tópico a discutir no es uno muy amable y la resolución es en general bastante agridulce, pero el mundo no está pintado color de rosa, sino en la gama de grises que el director saca a relucir con cada una de sus películas. Y le agradecemos mucho por eso.
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