Crítica de Self/less / Inmortal

Un hombre extremadamente rico, que está muriendo de cáncer, se somete a un procedimiento médico radical que transfiere su conciencia al cuerpo de un hombre joven.

Self/less, Ryan Reynolds

En Self/less se extraña un poco la extravagancia visual del director Tarsem Singh, lo cual hubiese subido la apuesta del thriller convencional que en esta ocasión presenta el cineasta indio. No está mal para pasar el rato, pero tanto el director como Ryan Reynolds y, más importante, el espectador, se hubiesen beneficiado de un estilo que aliviane las carencias del guión.

El aspecto de cambio de cuerpos/mentes/identidades es un recurso que se ha utilizado muchas veces en el cine, con resultados dispares por supuesto, pero es un elemento tan clásico que de tanto en tanto vuelve a utilizarse. Dicho recurso es del que se valen los hermanos David y Álex Pastor para narrar la historia del moribundo magnate Damian Hale -un siempre agradable Ben Kingsley– quien recibe la jugosa oferta de parte de una misteriosa compañía de transferir su consciencia a un cuerpo joven y fresco, para evitar así su inminente muerte. Es un gran paso, uno muy peligroso, pero el cambio es inminente.

De buenas a primera, el porte aristocrático de Kingsley desaparece de la pantalla y lo reemplaza el joven y carismático Reynolds, que aún guarda un par de rasgos del magnate pero irá descubriendo otros mucho más siniestros, en forma de visiones borrosas. La primera media hora es muy interesante, podemos conocer a los personajes en profundidad y presenciar la segunda vida de Damian en su nuevo cuerpo, pero los aciertos y problemas comienzan a aparecer en cuanto se revele el misterio de las visiones, y que dicho cambio es en parte una mentira.

Hay un hueco bastante grande en la animosidad que caracteriza al misterioso Albright de Matthew Goode y lo que quiere conseguir su compañía, pero se equilibra la balanza con el dilema moral que se genera al usurpar un cuerpo que no era de uno en primer lugar. Tampoco hay grandes despliegues de acción, pero los suficientes para mantener entretenida a la platea durante casi dos horas. Self/less tiene eso: por momentos es muy trillada, pero por otros genera interés por los personajes y sus encrucijadas.

Es una pena que un actor de la talla de Kinsgley tenga tan pocas escenas, pero el papel lo requiere para que la trama cobre vigor. Por otro lado, es un vehículo de lucimiento un tanto pobre para una estrella tan agradable como Reynolds, que no termina de encajar en un buen proyecto. Por el lado femenino, Natalie Martinez genera suficiente empatía por su personaje para alentar por ella, mientras que la gran Michelle Dockery queda relegada a un mero papel secundario que, por su nivel actoral, parecía que iba dar lugar a más.

Self/less es entretenimiento pasatista con una historia convencional pero que se deja ver. De haber tenido ese aire pomposo que caracteriza a las películas de Tarsem Singh, el resultado hubiese variado un poco más y para mejor.

6 puntos

 

 

 

 

[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]