Cuando una casa donde opera la CIA es descubierta por el bando enemigo, la persona encargada de cuidarla es encomendada con la dificil tarea de mover al criminal que en ella se oculta hacia un nuevo lugar seguro.
Daniel Espinosa es un sueco (sí, con ese nombre, por parte de madre pero con padre chileno) que está a punto de estallar en la escena internacional, primero gracias a la adaptación de la trilogía negra de Jens Lapidus (ya dirigió Snabba Cash) y ahora con su intento serio de pegar el salto al mercado mundial. Esta oportunidad se presenta auspiciosa con el estreno de Safe House, un film de acción con una premisa más bien simple pero que funciona gracias a una gran labor de parte del realizador en cómo mantener el suspenso constante.
Ryan Reynolds, sobreviviendo al tibio recibimiento como superhéroe en Green Lantern, demuestra de qué esta hecho realmente (muchos lo habrán visto en su mejor momento en la claustrofóbica Buried) al interpretar al cuidador de una «casa segura» de la CIA en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Allí es llevado el Tobin Frost interpretado por Denzel Washington, un vendepatria que es apresado luego de un intento de asesinato por una facción desconocida. Juntos, Reynolds y Washington, deberán confiarse el uno al otro para sobrevivir en el medio de esta pesadilla rellena de balas, sangre y explosiones.
El guión del novato David Guggenheim juega por sobre las orillas de todas las películas de acción gubernamental en un libreto simple y sin muchas complicaciones: cumple, pero le faltan un par de vueltas para salir de esa sencillez que presenta la trama. Para compensar este revés hay dos variables que por poco y te hacen olvidar la historia conocida. La primera es la química fraternal entre ambos protagonistas, la nueva y la vieja escuela del cine de acción, una dupla con carisma innegable tanto para las escenas enérgicas como para los momentos de puro intercambio verbal. Cierto es que tienen a unos secundarios excelentes como Vera Farmiga o Brendan Gleeson, pero ellos destacan y brillan tanto en solitario como acompañados. Por el otro lado, la dirección de Daniel Espinosa es vertiginosa, casi al borde del éxtasis adrenalínico – si la experiencia se potencia en una sala con buen equipamiento de audio, el combo es perfecto. Él así demostró que es un eximio director dentro del género (una comparación positiva sería con la dirección temeraria de Justin Lin en la logradísima Fast Five) y que ya está preparado para jugar en las grandes ligas de Hollywood.
Quienes gusten de un film de acción bien construido encontrarán en Safe House un peliculón que se olvida pronto, pero que se disfruta completamente gracias a sus estupendas actuaciones y una dirección para chuparse los dedos.
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