Crítica de Queen of Katwe

Phiona Mutesi es una niña que vive en un barrio pobre de Uganda, con una madre ferozmente determinada a ocuparse de su familia. Cuando la chica conoce a Robert Katende, un misionero que enseña ajedrez, inmediatamente demuestra potencial.

No es la primera vez que un director indio se embarca en una película relacionada con el ajedrez, un subgénero de muy esporádica producción. En el ’77, el magnánimo Satyajit Ray estrenó The Chess Players, ubicada apenas por debajo de The Seventh Seal en la tabla de mejores películas de la historia que tienen que ver con este deporte. La directora Mira Nair, quien hace una quincena de años que no realiza películas en su país de origen, trabaja por primera vez con Disney para Queen of Katwe, film biográfico sobre Phiona Mutesi, una joven de Uganda que descubrió en el ajedrez la forma de salvar su vida.

El film no carece de la amabilidad y complacencia de una historia de superación. La protagonista tiene todas las de perder y encuentra en un deporte la manera de sobrevivir. Nair intenta humanizar su biopic utilizando al juego oy todas sus posibilidades como metáforas de las idas y vueltas de la vida, una técnica que repite hasta el hartazgo. El espectador sabe, gracias a la primera escena y a un intertítulo, que la chica se prepara durante toda la película para disputar un partido definitorio. Por consiguiente, la historia vuelve al tiempo y detalla los comienzos de la niña, allí por el 2007, y todas las peripecias que tuvo que atravesar hasta el día de ese enfrentamiento. La espera se hace eterna, a tal punto que la escena inicial se difumina.

David Oyelowo y Lupita Nyong’o acompañan a la joven debutante Madina Nalwanga, quien encarna a la prodigio. Las interpretaciones de los dos actores consagrados son el principal salvavidas de la película, el protagonista de Selma como el entrenador de Mutesi y la ganadora del Oscar como la madre de la niña. Aunque el trío funciona, por momentos los «grandes» opacan la soltura de la correcta protagonista. Por otra parte, otro aspecto a destacar es que la película es más cruda de lo que podría esperarse de una producción de Disney. La construcción del contexto en el que se manejan los personajes no escatima en nada y resulta sumamente realista.

Nair no comparte para nada el legado de Ray, uno de los mejores directores indios de la historia, y su The Chess Players. La directora de The Reluctant Fundamentalist y The Namesake no consigue darle fuerza a un film débil que, en ocasiones, necesita algo que lo agilice. En su resultado final, el último estreno de Disney aparece como una película sin escenas destacadas. No posee «momentos». El esfuerzo de los protagonistas y la puesta en escena no alcanzan para que la historia termine de convencer.

estrella25

 

 

 

 

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