Crítica de Point Blank / A Quemarropa

Para salvar la vida de su mujer embarazada, un enfermero se une a un criminal malherido acusado de asesinato. Con policías corruptos y el tiempo en contra, vale todo.

Pocas veces una adaptación estadounidense de un éxito internacional -en este caso, la francesa À bout portant– ha levantado el interés por su destacable equipo detrás y frente a cámaras. Y es que Point Blank, la nueva película exclusiva de Netflix, es también el regreso de un director con obras tan desmadradas -y con cierta textura cercana al pulp- como lo es Joe Lynch, alguien cuyo fascinante ojo para la violencia y un desinterés absoluto por el libreto le ha permitido saborear cierto reconocimiento en el mundillo del cine de acción. La atención al proyecto fue atizada con la llegada de dos actores cercanos al género como lo son Anthony Mackie y Frank Grillo; y aunque los ingredientes parecen garantizar el disfrute, se queda como un efímero entretenimiento al ritmo de Black Flag y Oran «Juice» Jones.

El planteo es más que sencillo: Abe (Grillo), un curtido criminal, termina gravemente herido -y bajo la vigilancia de la corrupta teniente Lewis (Marcia Gay Harden)- tras ser parte de un trabajo que sale terriblemente mal. Pero su hermano, en un desesperado intento de salvarlo, secuestra a la embarazada esposa (Teyonah Parris) del enfermero Paul (Mackie) para que este le libere del hospital donde trabaja. Los planes salen mal -una vez más- y ambos, el futuro padre junto al machacado asesino, se verán en una carrera contra el tiempo por su supervivencia y la de sus cercanos. Por esta parte, el guion de Adam G. Simon no hace más que encontrar maneras, situaciones y previsibles giros que, junto a los arquetípicos motores para la tensión -uno más rutinario que el anterior-, da un leve puntapié a lo que verdaderamente se espera del film.

El contraste del amedrentado primerizo y el cuasi veterano de guerra es uno que tantísimas obras se han encargado de desarrollar; ya sea desde el drama o, de maneras más efectivas, la comedia. Esto último gana importancia cuando se cae en cuenta que detrás de esa máscara de rudeza que Grillo porta con efectividad, Point Blank es tan ligera y cariñosa con las obras que le inspiran como con los recurrentes temas musicales que presenta. Cuando intenta lucir como un drama que arranca sin piedad a los seres queridos de sus protagonistas, se interrumpe a sí misma y pasa a una vistosa escena de acción que, si tiene la oportunidad, buscará hacer tributo -muchas veces se queda en intenciones- a aquellas divertidas propuestas de los ’80. Esta curiosa cinefilia se hace mucho más evidente con el personaje de Markice Moore, un mafioso que escupe referencias que van desde Scarface hasta a la reciente trilogía de John Wick.

Mackie, por su parte, cumple en su papel de protagonista; el aspirante a doctor al que da vida es un personaje sencillo y que en manos de una actor menos carismático pasaría a tornarse insípido, pero su buen trabajo le permite entretener junto a un Frank Grillo que está inamovible en su ya famosa faceta de tipo duro. La obra original es recordada por su ritmo frenético perfectamente encapsulado en impactantes 80 minutos, y aunque esta versión tenga una duración idéntica, las escenas donde se centra en el secuestrador y la embarazada, o en el par de policías que van tras el dúo, se tornan en débiles secuencias donde se presenta información necesaria, aunque solamente terminan de rellenar un metraje que tampoco sufriría tanto sin ellas.

Usualmente se encara a este tipo de propuestas como una «película para una tarde lluviosa» y, aunque incuestionablemente cumple como una, se queda unos peldaños debajo de otras obras del director. Quizá por la falta de ese salvajismo que hizo brillar a Mayhem o Everly como frescas propuestas con un estilo más que marcado, o el más que recomendado precedente que establece la obra original, Point Bank es otro espacio más en el catálogo de Netflix al que se puede ignorar, pero de hacerse lo contrario resulta en una liviana hora y cuarto.

 

 

 

 

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César Cortez

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