Después de haber alcanzado en Europa un gran éxito profesional y mediático, George, un ex-jugador de fútbol, regresa a Estados Unidos para recuperar a su ex-esposa y a su hijo. Para empezar, decide entrenar al equipo infantil en el que juega el niño.
Desde el gran salto que dio Gerard Butler por el lado de la acción con 300 que su carrera no ha sido la misma. Metido de lleno en el territorio de las comedias románticas, el galán escocés lamentablemente no hace pie en un medio en el que no se lo ve cómodo, pero que le sigue siendo atractivo según corren los años. Qué se puede decir entonces de Gabriele Muccino, quien desde la lacrimosa The Pursuit of Happiness no logra un éxito en suelo americano. Quizás este paso desde Italia hacia Estados Unidos haya hecho que Playing for Keeps sea una tediosa y vulgar comedia romántica -que poco tiene de humor y lo básico en historia del corazón- que atrasa en vez de innovar o al menos reciclar elementos comunes.
No es que sea insoportablemente mala, sino que resulta demasiado lineal, sin un ápice de sapiencia o inteligencia, con un guión firmado por Robbie Fox, que con tan sólo ver que su último guión fue una comedia bizarra de 1994 ya dice todo. La historia es la de un jugador de fútbol caído en desgracia que llega a un pequeño pueblo buscando recuperar a su familia mientras sufre los embates de las soccer moms, esas madres futboleras en busca del soltero codiciado que interpretan sin carisma ni pasión Catherine Zeta-Jones y Uma Thurman -como las más experimentadas-, o Jessica Biel y Judy Greer -las jóvenes-, todas en conjunto con actuaciones acartonadas para el olvido. Butler, por muy simpático que resulte, empieza a mostrarse un poco lastimoso en la evolución de su filmografía, sin un rumbo fijo amén de la sanidad de su cuenta bancaria. Hace rato que no se veía de una manera tan clara un film en el cual todos los involucrados firmaron por el cheque, desde el director con su trabajo más que seguro, hasta el elenco.
La película carece de una evolución de personajes coherente y en cambio repite una y otra vez los mismos esquemas hasta la edulcorada conclusión, que se hace obvia desde los primeros cinco minutos. Los pilares de la comedia de enredos entre las mujeres y el seductor irresistible, los problemas familiares, las emociones prefabricadas, la banda de sonido, todo es tan reiterativo que sobrevivir a este telefilm de sábado en la pantalla grande es tarea para los aficionados a este tipo de cine, en donde la tendencia misógina de un macho cabrío frente a los avances de amas de casa desesperadas prepondera sobre cualquier otra linea argumental.
Más que jugar por amor, el lema de Playing for Keeps debería ser jugar por jugar, como lo hacen los involucrados en el proyecto, que mal que mal, se llevan su dinero bien ganado a sus casas. ¿Y el espectador? Bien, gracias.
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