La visión con la cual Pablo Larraín toma a la figura de Pablo Neruda es bastante convencional para los tiempos que corren, mas no así su enfoque narrativo. Neruda se centra en los meses de persecución política que sufrió el entonces senador del Partido Comunista chileno, esto es, un período específico de su vida. Eso se viene viendo en el terreno de las biopic hace rato. La vuelta de tuerca es cómo se cuentan esos meses ajetreados.
Así es como en Neruda hay una metanarración latente, que se cruza todo el tiempo con un policial noir que narra el detective encarnado por Gael García Bernal, encargado de la misión suprema de perseguir al laureado poeta. La trama de la película se desliza como un poema del autor, con un sinfín de cantos y recitaciones en público que ayudan a redondear la idea de esta figura mítica del arte, con todas las variaciones de grises que ello conlleva. «Debe hacer el amor con una rosa en su boca» menciona alguien, totalmente obnubilado con la facilidad con la cual Neruda comanda una reunión, donde sí o sí tiene que recitar sus prodigiosos sonetos. Pero también está la figura infantil del poeta, a veces mezquina, mujeriega y caprichosa a la cual le parece un juego que sea perseguido políticamente.
Luis Gnecco encarna al escritor de una manera potente, sin recurrir a manierismos ni afectaciones severas. La caracterización es espeluznante, pero la maravilla es el actor que se arma de valor y sale airoso interpretando a una persona clave de la historia chilena. Está acompañado de una poderosa Mercedes Morán que tiene pasajes sublimes, pero ninguno más estupendo que la charla que tiene con el detective de García Bernal, donde su pausada voz hipnotiza a la vez que revela un dato que pone patas arriba a la historia. Gael se reúne con Larraín luego de No y su trabajo, aunque grandioso, no va a resultar totalmente convincente para todos. El mexicano ha probado una y otra vez que es un genial actor, y su detective Peluchonneau bien podría hacer salido directo de las páginas de un libro policial, pero a veces puede terminar agobiando con su narración constante. En el camino hay al menos dos grandes momentos de personajes terciarios, que se ven afectados de una u otra manera por el poeta, que realmente succionan el aire del lugar donde se encuentran y electrizan por la manera de contar su roce con Neruda. Aplaudo fuertemente esos dos momentos sumados a los del trío protagónico.
El mismo Larraín ha mencionado que Neruda es una falsa biopic. Y viendo la película, uno entiende perfectamente porqué. De cabo a rabo el film es ensoñación pura, una trama donde los personajes se mueven de aquí para allá sin dejar traslucir cuando lo que se cuenta es verídico y cuando es una fábula en la mente de Pablo. Es una manera sutil e interesante de introducirse de lleno en un género que cuando está bien hecho, termina colmado de premios, y cuando no, aplasta a la misma figura que quiere homenajear. En ese aspecto, Neruda sale más que airosa con un director trasgresor que elige el camino menos andado para contar una historia onírica al ciento por ciento.
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