Casi una secuela espiritual de su ópera prima J\’ai tué ma mère, Xavier Dolan arremete con todo en su quinto largometraje y sigue alimentando al niño terrible que es en Mommy, un drama con pequeñas gotas de sci-fi en su entramado tan aplastante como catártico.
Nuevamente, el centro narrativo de la historia de Dolan es la relación madre-hijo, en este caso entre la atolondrada Diane ‘Die’ Després de Anne Dorval, y su acelerado y violento hijo adolescente Steve, interpretado por Antoine-Olivier Pilon. Imposibles de encasillar e inevitablemente rotos por dentro, tanto Die como Steve no pueden vivir el uno sin el otro, ni tampoco evitar golpearse, tanto física como psíquicamente. El amor de una madre -dicen- lo puede todo, pero quizás en este caso en particular ambos estén lejos de salvarse y la decisión de la madre de encerrar a su hijo contra su voluntad gracias a una nueva ley en un futuro muy cercano pende sobre sus cabezas como una pesada espada de Damocles. Quizás puedan encontrar refugio en Kyla, la extraña vecina de enfrente que padece de una acuciante incapacidad de comunicarse, pero que poco a poco irá ganando confianza en sí misma, gracias a la ayuda de sus vecinos. El trío busca la libertad de alguna u otra manera, pero ¿la conseguirán?
Filmada en un angustiante encuadre 1:1 -básicamente, la pantalla es un cuadrado- el nuevo capricho del director se suma a las escenas donde los personajes se gritan sus miserias a viva voz, y los números musicales se suceden uno tras otro. La extravagante manera como está presentada la película puede fastidiar -y con razón, ya que más de dos horas de este peculiar formato puede cansar hasta al más paciente- pero el sofoco que le aporta la cámara a las emociones de los personajes bien vale el experimento. Eso, y que hay una secuencia casi mágica al son de «Wonderwall» de Oasis, donde el formato maravillosamente muta en una escena magnífica. Ésto puede resultarle a muchos artificial, pero Xavier sabe lo que quiere ver en pantalla y todos los que sigan su carrera también.
El jovencísimo director se vale de sus actrices fetiche -Dorval y Suzanne Clément– que tan bien trabajaron con él en el pasado, y se les suma la explosiva revelación de Pilon como el flamable retoño de Die. Si algo puede hacer bien Dolan es sacarle jugo a sus protagonistas y el trío tiene increíbles escenas emotivas y liberadoras, donde la carga emocional puede pasarse de la raya de vez en cuando, pero se transmiten a través de la pantalla y tocan una fibra en cada espectador. Seguro, casi dos horas y media de griterío y momentos musicales pueden hacer claudicar a cualquiera, pero el núcleo de la propuesta es lo suficientemente interesante para seguir hasta el final.
Luego del tibio thriller Tom à la ferme, Xavier Dolan vuelve a sus raíces dramáticas y Mommy es la demostración absoluta del talento del joven canadiense.
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