Crítica de Miss

Robert Law tiene más de 30 años y vive obsesionado con la idea de dar su primer beso y de batir algún récord mundial, el que sea. En una de sus salidas por la ciudad, Laura pisa accidentalmente su mano. Sin que ella lo sepa, Robert decide seguirla por las calles.

El aire festivalero que despide Miss, la ópera prima de Robert Bonomo, es innegable. Tiene un personaje principal que rebosa peculiaridad en todas las direcciones. Tiene una aventura mínima que se torna extraordinaria en su aparente vacía vida cotidiana. Cuenta con una musa inspiradora que actúa como guía de nuestro antihéroe de turno y lo acompaña en su camino hacia la gloria personal. Los condimentos están todos presentes para una loable comedia con amplitud de adaptaciones internacionales, pero no vuela tan alto como uno desearía que lo hiciese con el material disponible.

Robert tiene una triste vida, que oscila entre ir a castings para ser extra en comerciales y leer su libro de cabecera, como él llama al Libro de Récords Guinness. El cambio de rutina lo generan dos ejes: el cuidado de la lujosa casa de una ex Miss Argentina, cuya belleza sigue intacta en las fotos de antaño, y el cruce fortuito con la joven aprendiz de modelo Malena (Malena Villa), que lo empujará a salir de su zona de confianza y abrirse al amor. En esas idas y venidas de Robert y Malena transcurre la acotada pero adorable duración de Miss, un extraño híbrido de la trilogía Before…, de Richard Linklater, con bastante sabor local. No tiene muchas pretensiones más que las de contar una historia chiquita, y se contenta con lograrlo con pocos artificios y mucho carisma de parte de su pareja central.

Miss tiene ciertas escenas hilarantes, más que nada por la vergüenza -o falta de ella- de parte del protagonista, ternura y compasión por su situación, y no mucho más que eso. Por más genial que sea el trabajo de Roberto L. Makita como el socialmente anoréxico Robert y esa amistad con su amigo Rigo –Rigoberto Zárate-, sumadas a las interacciones con Malena o esa vecina adorable que vive al lado de la ex-Miss, no hay mucho más en el camino excepto el ahínco con el que Robert sigue a todas partes a su amor imposible. Hay algunas situaciones donde acecha el drama, pero en general es un intento amable de comedia que podría haberse beneficiado de una estructura un poco más compleja, más personajes o situaciones más peculiares aparte de las que ya habitan el metraje.

Para ser el primer largometraje de Bonomo, su pequeña historia sale bastante bien parada. Tiene personajes interesantes y momentos graciosos, aparte de una historia con mucho corazón. A veces, eso es lo único que se necesita.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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