Al final del film, una placa reza que en el año 2016 el papá Francisco concedió a María Magdalena la gracia de ser la «apóstol entre apóstoles», poniendo así fin a la concepción que durante siglos describía a la mujer como una pecadora y adúltera. De esta forma, para el catolicismo, María Magdalena pasó a ser la gran seguidora de Jesús, quizás aquella que debiera haber continuado con la misión de Cristo. Mary Magdelene pone en la pantalla una nueva representación suya, interpretada por Rooney Mara, de su vida y relación con Jesucristo, esta vez encarnado por Joaquin Phoenix.
El film dirigido por Garth Davis -realizador de unos cuantos capítulos de la serie Top of the Lake (2013) y de Lion– es más de lo que podría dejarse ver, ya que lo esencial no pasa por lo que ocurre en el relato sino por cómo lo hace. La puesta en escena del realizador, en base al guión co-escrito por Helen Edmundson y Philippa Goslett, abandona el halo de santidad y pureza que rodea al grupo de Jesús y sus seguidores para pasar a mostrar un lado más crudo, racional y místico, indescifrable. María Magdalena, el punto de focalización, entra en este ambiente para echar luz a lo que realmente refiere Cristo con su predicación.
Mary Magdelene no se queda solo en una construcción de ambiente onírica y misteriosa, es a la vez una fuente de críticas implacables hacia el régimen de apóstoles, liderados por Pedro (Chiwetel Ejiofor), y el patriarcado en general. Estos personajes canónicos de la Biblia de pronto encuentran una cierta justificación en su accionar histórico, es decir que -libre de spoilers, por supuesto- la traición de Judas quizás no se vea tan infundada como en los pasajes bíblicos.
El estilo de Davis se hace notar tanto en el pausado ritmo como en la fotografía que concede vastedad a los espacios, decisión más que inteligente teniendo en cuenta que la figura sagrada de Jesús no existe en el film. De hecho, este solitario hombre que puede curar gente no es más que un pobre ser muy inseguro, abrumado por sus experiencias dignas de curandero. Mara y Phoenix, acordes a lo que suelen entregar, realizan dos hermosas interpretaciones llenas de profundidad y decisión. Si Phoenix a priori puede sonar extraño en el papel, el tratamiento de esta nueva versión de Cristo justifica su elección debido a que los de Jim Caveziel (The Passion of Christ, 2004) o Jeffrey Hunter (King of Kings, 1961) han quedado bastante atrás en el tiempo.
Mary Magdalene cumple con el objetivo prometido de poner en escena la nueva versión de la mujer del título, la única que realmente entendió las enseñanzas de Cristo. Lo logra creando un relato bien dirigido y personajes tratados con mucha inteligencia. Quizás lo más loable es que no le interesan ni cenas ni torturas o muertes, tratando de evitar lo conocido para presentar lo no contado.
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