La nueva película del director de The Conjuring es un delicioso throwback a una era del cine de horror que ya había quedado para exhibición de museo.
¿De que va? Madison está paralizada por causa de visiones impactantes de asesinatos espeluznantes. Su tormento empeora cuando descubre que estos sueños de vigilia son, de hecho, realidades aterradoras.
A estas alturas, varios estudios le deben al director malayo James Wan varios favores. Bajo el estandarte de Lionsgate se catapultó con la lucrativa franquicia Saw; para Sony trabajó con Insidious dirigiendo sus dos primeras entregas. Ya para Warner Bros. se asentó con las brillantes dos primeras partes de The Conjuring y ya para cuando el estudio lo eligió para dirigir la película en solitario de Aquaman, la estrecha relación entre el director y el estudio estaba bastante aceitada. Es por eso que Malignant es tanto un capricho de Wan como una concesión del estudio, un pequeño favor en retribución por los servicios otorgados y la ingente suma millonaria que les hizo ganar con sus jugadas ganadoras. Sino no se explica el haberle dado permiso para una obra de terror que dejará a mas de uno pasmado, a otros enfurecidos y, a quien logre entrar en código desde el primer momento, le parecerá un delicioso throwback a una era del cine de horror que ya había quedado para exhibición de museo.
Muchos podrán decir que captaron el tono de Malignant con la particular escena inicial y sus créditos, pero la confirmación de que estamos ante un espectáculo fuera de serie viene mas tarde. Endemientras, tenemos a la indefensa Madison (Annabelle Wallis, abonada al multiverso Wan desde el spin-off Annabelle) quien embarazada sufre un violento ataque de su novio alcohólico. Es el detonante para una seguidilla de violentas muertes que ella podrá ver como espectadora, pero no podrá hacer nada por una parálisis que le impide siquiera alertar a las víctimas. La consiguiente investigación policial ofrecerá mas pistas, pero ninguna certeza absoluta de quién está detrás de estos horripilantes crímenes. Las comentadas influencias sobre el giallo italiano en la nueva película de Wan son notorias, pero no son las únicas. Revelarlas seria contraproducente para la sorpresa (tanto buena o mala) del giro en la trama, pero también el saberlo hubiese sido necesario para intentar codificar la visión que uno tenga sobre la misma.
Siendo honestos: Malignant se va al carajo en su tercer acto, un movimiento audaz estilo salto de fe que no gustará a todos, pero el que pueda entrar en el juego que propone Wan, saldrá mas que satisfecho. La inmersión en el juego de cine de horror clase B es absoluta, juega en el terreno de esas películas de terror de las cuales nos reíamos en nuestra infancia y/ó adolescencia. James le hace un gran homenaje a ese estilo de cine, y lo eleva con un presupuesto que le permite jugar en las grandes ligas pero sin olvidarse del cine bizarro del cual esta elevando sus alabanzas. Claro está que el elenco no desentona con el nivel de descalabro y se prestan al juego demencial hasta el mismísimo final.
La carta de amor de Wan hacia el cine mas berreta de los años ´80s es su película mas polarizante hasta el momento. Ya me he encontrado con gente que la odia y no terminó de verla, y con gente que la adora desde el comienzo. Por mi parte, si bien agradezco el entender la fina línea por la cual se balancea, me hubiese gustado que el código este presente desde el comienzo, o al menos mas visible, para no sentirme un tanto engañado por el aspecto promocional de la misma película. Hasta ahora casi todos los proyectos del malayo me encantaron, pero con Malignant habrá que ver si el paso del tiempo termina de posicionarla como un clásico de culto o un experimento cuasi fallido de parte del Midas del género.
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