Woody Allen malacostumbró a su platea usual con las excelentes Midnight in Paris y Blue Jasmine, y es por eso que quizás se esperaba mucho de Magic in the Moonlight, su flamante nueva película, de esas que estrena todos los años, llueva o truene. Difícilmente pase a los anales propios del autor como un éxito, pero el encanto innato de las historias de Woody le juegan a favor en esta pequeña historia, que encaja perfecto en la definición de «amable».
A partir de la base recurrente de la creencia versus el escepticismo, el protagonista masculino recae en el siempre perfecto Colin Firth desparramando clase a partir de su mago de gran fama con porte inglés clásico -un papel que no puede salir mal en manos de un experimentado actor como él- que es invitado a las hermosas costas francesas para desenmascarar a una supuesta médium americana. Una vez presentados los deliciosos personajes que tendrán su momento durante la trama, poco a poco el sinuoso camino del cínico que se vuelve creyente va siendo transitado por el director. Quizás en manos de otro la trama se hubiese visto trillada y hasta gastada, pero Allen logra sacar adelante un material pasado de moda con el virtuosismo que caracteriza a sus historias, a sus personajes y a sus diálogos. Incluso trabajando a media máquina -como es el caso, sabemos que es capaz de mucho más- sus comedias tienen identidad propia y logran no fatigar al espectador.
Casi a punto de convertirse en una nueva musa para el cineasta, Emma Stone le presta el encanto de su presencia a la americana Sophie. ¿Es una gran farsa su poder para comunicarse con el más allá o realmente tiene un nexo ultraterrenal? Mejor no adelantarlo, pero la calidez que despliega en pantalla hace que la historia sea aún más liviana. Firth y Stone son soberbios actores pero es imposible creerles un romance, sobre todo por la diferencia de edad que se llevan, que si bien no es muy notoria en la trama, es algo inevitable de percibir. Hay un gran trabajo de los secundarios, desde una elegantemente aristocrática Eileen Atkins hasta el abobado Brice de Hamish Linklater, aunque desperdicia bastante a las magníficas Marcia Gay Harden y Jacki Weaver, que con más dimensión hubiesen logrado momentos magníficos pero se quedan en encomiables trabajos de acompañiamiento.
Las vacaciones en la Riviera Francesa sientan bien en Magic in the Moonlight. Hay un gran protagonista mordaz y ácido en Firth, hay momentos que producen carcajadas, la ambientación está logradísima -dan ganas de viajar en el tiempo a los años ’20- y, en general, es un visto bueno para Woody, que aunque entregue una versión aguada de su talento, es garantía de calidad siempre.
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