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La figura del narcotraficante Pablo Escobar se ha vuelto tan legendaria en los últimos años que no ha habido escasez de producciones abocadas a contar su extravagante y peligrosa historia. Uno de los pioneros de este redescubrimiento fue el fascinante retrato de Andrés Parra en El Patrón del Mal y El Señor de los Cielos, para luego verse interpretado por Benicio del Toro en Escobar: Paradise Lost, en tanto que recientemente Wagner Moura lo catapultó nuevamente con Narcos, la serie de Netflix -al menos en sus primeras dos temporadas-. Entonces, ¿qué es lo que lo lleva al director madrileño Fernando León de Aranoa a interpretar una vez más un capítulo en la historia del criminal mas renombrado de los últimos años? Los nombres de Javier Bardem y Penélope Cruz pueden haber ayudado a tomar esa decisión.

Basada en las memorias de Virginia Vallejo tituladas «Amando a Pablo, odiando a Escobar», la película casi homónima retrata el intenso affair entre la periodista y presentadora y el líder narco. El repaso de esa parte de la vida del famoso narcotraficante colombiano se centra única y exclusivamente en los días que acontecieron desde su unión a la famosa periodista hasta los últimos días de su muerte. Los nombres de Bardem y Cruz pisan fuerte -los vimos hace semanas juntos con el estreno de Todos Saben– para un camino ya transitado y pisoteado, pero la power couple ibérica saca adelante un producto masticado a pura fuerza interpretativa. Es que en los primeros minutos del film uno se da cuenta de que algo huele mal cuando se percata de que Loving Pablo es una película sobre colombianos interpretada por españoles y hablada en… inglés. Es una mezcla que no sale mal, pero podría haber salido mejor de haberse respetado un poco las raíces de la historia verdadera. Así tal cual está, es un facsímil sin sabor propio, una producción apuntada al mercado angloparlante que no tiene espíritu por más que el dúo central hace lo imposible para sacarla adelante.

El reto de Loving Pablo era grande, sobre todo por la vasta sombra que ha dejado la serie Narcos en el inconsciente colectivo. El acento en la relación entre Vallejo y Escobar flota a la superficie por haber intentado algo que aún no se había visto demasiado bien en pantalla, pero se hunde básicamente porque el tono narrativo es torpe e impide cualquier dejo de empatía con los personajes. León de Aranoa es un director cuya filmografía demuestra que está comprometido con causas sociales y el retrato de problemáticas actuales. El peligro de su última película era mostrar lo corrompida que está la sociedad colombiana y, por extensión, la injusticia de la sociedad que obliga a sujetos como Escobar a salir adelante a como de lugar, pero ¿hasta que punto se puede denunciar la corrupción si al fin y al cabo ya muchas compañeras de rubro lo han hecho y nada han cambiado el panorama de la situación? Creo que es pedirle demasiado a una película de este corte, mas interesada en la clase de actuación de Bardem -totalmente consumido por el personaje de manera admirable- y el justo acompañamiento de Cruz -gritona y sobreactuada por momentos, pero con el pulso emotivo innegable-.

Loving Pablo no escasea en altibajos, pero funciona adecuadamente como propuesta de entretenimiento, si uno se olvida de analizarla críticamente, ya que el guion tiene bastantes situaciones inverosímiles y un montaje un tanto irregular, que no termina de cerrar bien todas las subtramas. Tiene una segunda mitad con varias escenas de acción bien filmadas y su final convence, pero el que ya esté demasiado familiarizado con la historia de Pablo Escobar no encontrará muchas diferencias con productos anteriores (y hasta mejores).

 

 

 

 

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