Stéphane acaba de unirse a la Brigada de Lucha contra la Delincuencia de un suburbio de París. Allí conoce a dos agentes experimentados en las enormes tensiones que existen entre los distintos grupos organizados por el control del barrio.
Stéphane es policía, se muda desde el campo a Montfermeil y se une a la brigada anticriminal. Lo primero que le dice la jefa es que allí son como una familia, que se protegen, que no aceptan que se pasen con la violencia o hagan cosas ilegales, pero que sus compañeros vienen primero. No tiene ni idea de lo que eso supondrá. Les Misérables es el primer largometraje de Ladj Ly, libremente adaptando la novela de Victor Hugo, una cruda crítica a los abusos policiales, la discriminación y la realidad de las comunas marginales de Francia.
Nominada a la Palma de Oro en Cannes y como mejor Película extranjera en los Premios de la Academia, la trama sigue Stéphane (Damien Bonnard) en su primer día y medio en la brigada. Sus compañeros son Chris (Alexis Manenti), el líder, y Gwada (Djibril Zonga), él que acepta todo lo que dice su jefe y se ríe. Cacheos injustificados a chicas menores de edad, racismo, abuso de autoridad: desde un principio Les Misérables deja claro cómo se maneja la brigada y sobre todo su mandamás. Mientras el nuevo mira con un poco de desagrado lo que sucede y el accionar de sus nuevos compañeros, se va familiarizando con un barrio que tiene gobierno propio. Con la llegada de un circo empiezan los problemas: los gitanos acusan a un niño negro de haberles robado y los oficiales tienen que encontrarlo para evitar un enfrentamiento, pero todo se les irá de las manos.
La comuna es un crisol de culturas y esto lleva a confrontaciones y discriminaciones constantes. Los que se ven más afectados por esto son los chicos y los adolescentes, claros protagonistas silenciosos de esta historia. Con muchas tomas largas y de cámara en mano, la narración es frenética y sumerge al espectador en ese universo casi asfixiante. Eso, sumado a un guion inteligente, hace que la empatía con los personajes vaya cambiando, que no haya ni buenos ni malos, sino personas complejas que se van desarrollando a lo largo del film.
Quizás el mayor problema está en que, por momentos, cae mucho en el sensacionalismo y en el forzar al espectador a sentir cosas sin darle oportunidad de llegar al mismo lugar por cuenta propia. Lo más interesante está, sin lugar a dudas, en el lugar que le da a los chicos, como los más marginalizados y las verdaderas víctimas de las pujas de poder dentro de la comuna; son oprimidos y maltratados por todos al punto de que ya los «villanos» no pueden ser distinguidos de los «buenos», más que nada porque ninguno entra en esa última categoría. El final es de las cosas más inteligentes de la película, donde deja la trama abierta a la interpretación de cada espectador, también las conclusiones. Si bien la mayor falla que tiene es cómo fuerza a quien está en la butaca a sentir y ser impresionado, en este momento se desprende por completo de eso, cosa que le suma mucho aunque también la hace más angustiante.
Les Misérables es una más que interesante propuesta, de un director al que hay que prestarle atención.
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