Joe Coughlin, el hijo de un Superintendente de la Policía de Boston, hace mucho que dio la espalda a su estricta crianza por los botines que ofrece el ser un bandido. Pero incluso entre los criminales hay reglas y Joe rompió una grande.
Un protagonista que afronta complicados dilemas morales y se ve obligado a tomar decisiones capaces de cambiar el rumbo de su vida y la de las personas que lo rodean. Suburbios, personajes secundarios construidos con maestría, historias laberínticas. Esos son los ingredientes de la ensalada que prepara Ben Affleck en cada una de sus películas como director. Live By Night es la cuarta historia que trae a la pantalla y, aunque no está exenta de esas características que lo hicieron triunfar, es la más débil de su filmografía.
Joe Coughlin es un ladrón de poca monta que, contra su querer, se introduce en el mundo mafioso en época de la Ley Seca, en Boston, Estados Unidos. El éxito del personaje crecerá y caerá constantemente, al estilo de la Goodfellas de Martin Scorsese. Affleck construye un film de gángsters de tintes clásicos, hermoso a la vista. Pero uno de los problemas principales es que a la historia del protagonista no le da la pasta para sostenerse durante tanto tiempo -más de dos horas- y está narrada a las apuradas. Hay situaciones repetidas hasta cuatro veces y escenas consecuentes atadas con alambre entre sí, sin justificación. El director no maneja bien las transiciones y la cadencia cinematográfica clásica que lo caracteriza, aunque sí a las escenas de acción, los personajes secundarios y el desenlace, cargado del más alto grado de suspenso.
Live By Night podría ser la hermana menor de The Town y Gone Baby Gone. En ambas películas de Affleck, los protagonistas -en una él, en la otra su hermano-, se ven inmiscuidos en un mundo al que no quieren pertenecer. Sus desarrollos son clásicos y las historias son un torbellino de situaciones duras y sólidas, sin grietas ni posibilidad de derrumbe. En la última película, a Joe Coughlin le sucede algo similar que a los dos protagonistas de las anteriores. El subtexto es el mismo, por suerte, pero la construcción total del film no supera la destreza y el poder cinematográfico de aquellas dos, por lo tanto la expectativa queda un escalón más abajo y Live By Night se convierte en una simple fotocopia.
Se nota a la legua el esfuerzo del director por convertirlo en un film icónico del cine de gánsteres clásico. Aunque pega el resbalón, sí se puede decir que es «una película de Ben Affleck». Cuando los realizadores logran mantener su estilo, desaparecen los títulos, y eso es bueno. Uno así espera, esta vez un poco menos entregado, su próximo trabajo.
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